En el horizonte del próximo proceso electoral de las PASO nacionales, emerge una problemática que demanda una atención inmediata: los datos de las elecciones provinciales que han tenido lugar hasta ahora arrojan una marcada caída en la cantidad de personas que fueron a votar, acompañada por un notorio aumento del voto en blanco y voto nulo. Para ilustrar esta situación, basta comparar los resultados de las elecciones provinciales de este año con las de 2019, revelando una disminución de cinco puntos en la participación y un incremento de 2,3 puntos en el voto en blanco y nulo. Ejemplos de ello son las elecciones de San Luis, donde votó un 16% menos de electorado y un 3% emitió votos en blanco; en Mendoza y Tierra del Fuego, la cifra de personas que decidieron no votar a un candidato representó alrededor del 17%, y en Corrientes alcanzó el 12%. Sin embargo, hubo provincias como Formosa, Tucumán y Neuquén donde no se registraron cambios significativos, y en La Pampa fue la única provincia donde se observó un aumento en la participación. En el caso de las recientes elecciones en Córdoba capital, con una abstención del 40%, el peronismo retuvo el poder. Cabe mencionar que la ciudad de Córdoba representa el 3% del padrón electoral del país, y en las horas previas a la votación, la Junta Electoral municipal publicó un comunicado aclarando que "el voto es obligatorio" aunque "(no se pondrán multas por no ir a votar, ya que no está reglamentado)". Los analistas políticos consultados coinciden en que esto se debe principalmente a la situación socioeconómica y al enojo contra el sistema político. Pero también a la fatiga electoral por la desnacionalización del sistema electoral y la ampliación de los sistemas electorales provinciales. Un ejemplo de esto se ve en Chaco donde hay tres elecciones posibles a nivel municipal, tres a nivel provincial y tres a nivel nacional. Es decir un chaqueño podría ir a votar nueve veces este año. O Córdoba donde hay elecciones todos los domingos desde marzo. Faltan las elecciones en la Ciudad y en la Provincia de Buenos Aires, pero de lo que ya ha ocurrido en varias de las provincias nos permite hacernos dos preguntas: cómo esto impacta en las estrategias de campaña de los candidatos (a quiénes les conviene que la gente vaya a votar y a quiénes no y cómo van a trabajar para optimizar esto) y qué dicen estos datos sobre la calidad de nuestra democracia. Juan Negri, profesor y Director de las carreras Ciencia Política y Gobierno y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, reconoce el fenómeno pero destaca la necesidad de tener en cuenta matices. "Ha habido variaciones en este comportamiento electoral entre las distintas provincias, y eso se vincula con la capacidad de movilización de los líderes. No obstante, la baja en la participación es una clara señal de desencanto con el desempeño de la democracia argentina. Por otro lado, considero que la abstención afecta más al peronismo debido a una mayor sensación de decepción. Unión por la Patria deberá enfrentar el desafío de movilizar a los desencantados. Por último, hay que tener presente que para muchos, las Paso resultan innecesarias, lo que genera desgaste al tener que votar en tantas ocasiones. Por esta razón, creo que veremos un aumento en la participación en octubre y que no alcanzaremos dimensiones preocupantes", afirma a El Cronista. Según Negri, si los números en octubre siguen siendo altos, será un mensaje poderoso de la ciudadanía hacia el sistema político y el gobierno que asuma tendrá una menor legitimidad. "Pase lo que pase, el gobierno entrante deberá enfrentar el desafío de relegitimar el sistema político". Juan Germano, politólogo y director de la consultora Isonomía, aporta una mirada complementaria. "Teniendo en cuenta lo ocurrido hasta el momento en las elecciones provinciales, la particularidad de este proceso radica en que, por primera vez desde la vuelta de la democracia, los niveles de participación son objeto de análisis. No se trata únicamente de una discusión sobre el vínculo quebrantado entre representantes y representados, sino también sobre las estrategias de campaña: ¿quiénes son los que no participan y a quiénes beneficia y perjudica esta situación?", plantea Germano en diálogo con El Cronista. Para Germano, la pregunta clave es identificar quiénes se benefician y quiénes se perjudican al disminuir la participación electoral, y hasta qué punto cobrarán relevancia las capacidades de movilización de cada candidato. "La campaña de [Barack] Obama fue elogiada por haber logrado movilizar a sectores que previamente no votaban, lo mismo ocurrió con [Donald] Trump. Se consiguió movilizar a votantes que no estaban en ningún radar político. En Argentina, enfrentamos un fenómeno opuesto, y los candidatos deben reflexionar sobre quiénes son aquellos que eligen no votar. ¿Son personas indignadas o simplemente apáticas?". Mientras tanto, los candidatos continúan inmersos en sus internas y consignas abstractas, alejándose de la profundidad que demanda el contexto actual. Es importante recordar que el ruido es esencial para la democracia y que no debemos temer a la vida política que se ha despertado tras el trasfondo de dos liderazgos tan fuertes como los de Cristina Kirchner y Mauricio Macri. No obstante, el desafío consiste en qué se discute y qué acciones se toman en un contexto socioeconómico preocupante. El último informe de la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública de la Universidad de San Andrés revela altos niveles de insatisfacción social con el rumbo general de las cosas, con la gestión del presidente y con el desempeño de los tres poderes de la república. Como afirmó Beatriz Sarlo en un artículo: "hoy en este país fracturado, varios aspiran a la Casa de Gobierno, como si el trabajo fuera fácil... Se enuncian valores como un acompañamiento musical que los actos políticos no logran evidenciar. Si se realiza una encuesta en la calle, incluso en las marchas, el descrédito de lo político siempre está presente".