En los últimos años, los astrónomos han intentado descifrar los secretos más profundos del satélite natural de la Tierra. La Luna, que ha inspirado historias y expediciones desde tiempos antiguos, aún conserva misterios que apenas comienzan a aclararse. Uno de ellos está en su núcleo, un punto esencial para comprender no solo su origen, sino también la evolución del sistema solar.

Esta duda sin resolver llevó a equipos científicos de distintas partes del mundo a examinar con precisión los registros de misiones espaciales y modelos internos. ¿Qué existe realmente en el corazón de la Luna? Las hipótesis habían generado discusiones durante años, pero la ciencia parece haber obtenido por fin una explicación sólida.

Lejos de ser una estructura homogénea, el interior de la Luna ofrece pistas sobre cómo se transformó y por qué su campo magnético se extinguió hace miles de millones de años. Este hallazgo no solo reorganiza el conocimiento lunar, sino que también provoca comparaciones inevitables con el interior de la propia Tierra.

Científicos analizan qué hay en el interior de la Luna

Un estudio publicado en Nature confirmó que el centro de la Luna está conformado por dos regiones bien diferenciadas. La externa es líquida y posee un radio estimado de 362 kilómetros, mientras que la interna es sólida, con 258 kilómetros de radio. Esta última presenta una densidad similar a la del hierro, alrededor de 7.822 kg/m³, lo que reafirma la coincidencia estructural con el eje terrestre.

En conjunto, estas capas representan cerca del 15% del diámetro total del satélite. Con este modelo, los especialistas corroboran lo que la NASA ya había indicado en 2011: que la Luna guarda más semejanzas con la Tierra de lo que se suponía, incluso en sus profundidades más recónditas.

Los detalles del interior de la Luna

La validación del núcleo metálico aporta respuestas sobre el campo magnético que alguna vez tuvo la Luna. De acuerdo con los investigadores, la energía interna generó corrientes eléctricas que sostuvieron un campo magnético intenso durante los primeros mil millones de años de su existencia.

Sin embargo, cuando el núcleo comenzó a enfriarse y perdió movimiento, ese escudo protector desapareció. Comprender este fenómeno no solo ayuda a reconstruir la historia geológica lunar, sino que también ofrece claves para entender la evolución de otros planetas y su posible habitabilidad en el universo.