La liberación de Lyan José Hortúa, el niño de 11 años secuestrado por disidencias de las FARC en zona rural de Jamundí, fue celebrada por todo el país.
Sin embargo, la tranquilidad de su regreso a casa podría ser solo temporal: su familia estaría considerando abandonar Colombia para empezar una nueva vida lejos del conflicto armado.
¿Los padres de Lyan Hortúa se irían de Colombia tras el secuestro?
Durante una entrevista realizada tras la liberación del menor, una periodista les preguntó directamente a los padres si estaban pensando en dejar el país. La respuesta del padrastro de Lyan fue clara: "Estamos evaluando esa decisión".
Aunque la familia no confirmó oficialmente si se marchará o no, la posibilidad encendió las alarmas sobre el impacto psicológico y emocional que dejó el secuestro.
Lyan fue raptado el 3 de mayo cuando salía de la iglesia junto a su madre en Potrerito, una zona rural de Jamundí, Valle del Cauca. El hecho fue atribuido a un grupo disidente de las FARC que opera en la región.
¿Quién secuestró a Lyan Hortúa?
El crimen ocurrió en un contexto marcado por el dominio de grupos armados ilegales en el Valle del Cauca, donde más del 67% del territorio tiene presencia de estructuras criminales. Lyan fue interceptado por hombres armados en plena vía pública, en un acto que generó repudio nacional e internacional.
La Defensoría del Pueblo lideró los esfuerzos humanitarios que permitieron su liberación, mientras el presidente Gustavo Petro exigía su entrega inmediata a través de sus redes sociales. "Lyan no es una mercancía. Quienes lo retienen, libérenlo ya", escribió el mandatario en su cuenta de X.
La familia de Lyan aún no se recupera del impacto emocional
Aunque el menor ya se encuentra a salvo, el trauma del secuestro dejó secuelas profundas. La posibilidad de abandonar Colombia no solo responde al miedo, sino también a la necesidad de reconstruir una vida sin el constante temor a la violencia.
¿Cuál es el estado de conflicto en el suroccidente de Colombia?
Este caso puso nuevamente en evidencia los peligros que enfrentan las comunidades rurales del suroccidente colombiano. Las promesas de paz total aún no alcanzan a contener la violencia en zonas donde las disidencias de las FARC, bandas criminales y otros grupos armados imponen su ley.
El secuestro de un niño, en pleno siglo XXI, fue calificado como un acto inhumano y una muestra de que aún queda mucho camino por recorrer en materia de derechos humanos, protección infantil y seguridad territorial.
Con información de EFE.-