

Uno de los ejércitos más temidos, Rusia, se encuentra en el centro de una compleja tensión internacional que ha generado alertas sobre la posibilidad de un conflicto global de magnitudes inéditas. La combinación de su postura estratégica, la guerra en Ucrania y sus recursos energéticos clave han despertado preocupación en expertos y gobiernos alrededor del mundo.
Lo cierto es que Rusia podría ser el país que inicie una Tercera Guerra Mundial y, además, podría afectar a millones de personas, incluso dejándolas sin luz.
El protagonismo de Rusia en una guerra global
El profesor John J. Mearsheimer, reconocido analista de relaciones internacionales, advierte que la percepción de amenazas existenciales por parte de Rusia podría ser el detonante de una Tercera Guerra Mundial. Según su visión, la intervención occidental en Ucrania y los intentos de reducir la influencia de Moscú han intensificado el temor del Kremlin.
Mearsheimer afirma que los rusos no tienen intención de perder, lo que incrementa la posibilidad de que adopten medidas extremas si consideran que su posición estratégica está en riesgo. El especialista también alerta sobre el peligro real de que Rusia recurra a armas nucleares como último recurso.
Explica que, si el país se viera en una situación desesperada o percibiera que Occidente eleva la presión hasta un punto crítico, es probable que esta opción sea considerada seriamente. En el contexto de la guerra en Ucrania, donde Moscú mantiene ventajas militares clave, una eventual derrota estratégica podría derivar en una represalia de gran magnitud, con consecuencias catastróficas para todo el planeta.
La capacidad de Rusia para dejar sin luz a otros países
Rusia posee una de las infraestructuras energéticas más extensas y estratégicamente ubicadas del mundo, lo que le otorga un control significativo sobre el suministro eléctrico de varios países, especialmente en Europa del Este y Central.
Su dominio sobre gasoductos, oleoductos y redes de transmisión que abastecen a múltiples naciones le permite, en caso de conflicto, interrumpir o reducir el flujo de energía, afectando centrales eléctricas y redes de distribución. En conflictos pasados, Moscú ya ha utilizado el suministro energético como arma política, evidenciando que la energía es también un recurso de presión geopolítica.
A esto se suma su avanzada capacidad cibernética para atacar sistemas eléctricos en el extranjero. Informes de inteligencia y ciberseguridad han documentado operaciones rusas contra redes energéticas, como el ataque a la red eléctrica de Ucrania en 2015, que dejó a cientos de miles de personas sin luz.
El poderío militar de Rusia
Rusia mantiene una de las fuerzas armadas más grandes del mundo, con aproximadamente 1,1 millones de militares activos y cerca de 1,5 millones de reservistas en 2025. Además, posee el mayor arsenal nuclear del planeta, con más de 5.400 ojivas, de las cuales 1.718 están desplegadas y listas para su uso.
Esta capacidad estratégica refuerza su posición como una de las principales superpotencias militares. La economía de defensa rusa se sostiene gracias a una industria militar autónoma y robusta, capaz de producir tres veces más proyectiles de artillería que Estados Unidos y Europa juntas. Actualmente, genera en tres meses la misma cantidad de municiones que la OTAN en un año.










