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La idea de construir un túnel ferroviario bajo el estrecho de Bering ha circulado durante más de un siglo y continúa siendo uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos del planeta. La propuesta contempla un corredor submarino que conectaría Alaska (Estados Unidos) con Chukotka (Rusia), atravesando el punto en el que ambos territorios casi se tocan. De concretarse, se convertiría en el túnel submarino más extenso jamás construido, superando en longitud a todos los que existen en la actualidad.

El objetivo del proyecto es crear una conexión intercontinental directa capaz de transportar personas, mercancías, energía y datos a velocidades superiores a las que permite el transporte marítimo. Según estimaciones de ingenieros involucrados en propuestas previas, el trayecto podría realizarse en pocos minutos a bordo de trenes de alta velocidad diseñados para operar en condiciones extremas.

Aunque aún no está en proceso de construcción, la magnitud del plan y los antecedentes oficiales de cooperación hacen que su viabilidad técnica siga siendo objeto de estudio.

Un corredor intercontinental bajo el Ártico inspirado en proyectos existentes

La propuesta se basa en tecnologías que ya demostraron ser viables en otras partes del mundo, como el Eurotúnel o los túneles de Japón y Noruega. Sin embargo, el cruce del estrecho de Bering duplicaría o incluso triplicaría su longitud, con un trazado estimado entre 80 y 100 kilómetros de túneles submarinos. Este corredor permitiría unir mediante una sola infraestructura a dos continentes, América y Asia, de manera directa.

El túnel es un ambicioso proyecto.
El túnel es un ambicioso proyecto.

El proyecto incluye la construcción de varios túneles paralelos para trenes, mantenimiento y transporte técnico, siguiendo el mismo esquema utilizado en las megaobras actuales. Las estimaciones preliminares indican que los trenes de alta velocidad podrían atravesar el corredor en cuestión de minutos, aprovechando un trazado lineal y un sistema completamente automatizado. De este modo, el corredor se convertiría en un nuevo puente intercontinental capaz de modificar rutas logísticas, comerciales y tecnológicas.

Una infraestructura preparada para mover carga, energía y datos

Además de pasajeros, el túnel fue diseñado para movilizar volúmenes gigantescos de mercancías entre ambos continentes, reduciendo costos y tiempos de traslado. Proyectos previos evaluados tanto en Estados Unidos como en Rusia incluyeron la idea de integrar líneas de transmisión eléctrica dentro del túnel, lo que permitiría conectar redes energéticas y estabilizar la demanda entre continentes.

Otro de los componentes analizados es la instalación de ductos y fibra óptica a lo largo del corredor. Este sistema permitiría crear una autopista digital intercontinental, mejorando la velocidad y la seguridad de las comunicaciones globales. En conjunto, la infraestructura funcionaría como un centro multimodal que ampliaría la capacidad logística y tecnológica entre ambas potencias.

Un proyecto que reaparece cada década por su potencial global

Si bien actualmente no existe una fecha de inicio de obra, el proyecto ha sido formalmente evaluado por instituciones de ambos países en distintos momentos. Durante los años 2000, ingenieros rusos y estadounidenses trabajaron en estudios de factibilidad que confirmaron que la construcción es técnicamente posible. Desde entonces, nuevas tecnologías de perforación y nuevos modelos de túneles han reforzado la idea de que el corredor podría realizarse si existiera un acuerdo político robusto.

El impacto global sería enorme: un vínculo físico entre Estados Unidos y Rusia transformaría rutas de comercio, permitiría integrar mercados y abriría un nuevo paso estratégico bajo el océano Ártico. Por su magnitud, su complejidad y su capacidad para unir dos continentes en minutos, el túnel del estrecho de Bering continúa siendo una de las megaobras más sorprendentes e imponentes que la ingeniería moderna podría llegar a concretar.