"Perdido, confundido, inseguro, poco claro, perplejo, desorientado, desconcertado", me respondió Juan Martín, 45 años, director ejecutivo de una empresa, cuando le pregunté simplemente cómo estaba...
Esa réplica es cada vez más frecuente en la vida cotidiana de los argentinos, pero especialmente entre profesionales, directivos y colaboradores de todo tipo de organizaciones.
¿Acaso la vida personal y profesional es hoy apenas un puñado de certezas y una incertidumbre permanente?La sensación es que sí: como vivimos en un mundo vertiginoso y en permanente cambio, el desafío de gestionar la incertidumbre se transforma en una carrera permanente, porque ha quedado definitivamente en el pasado la época en que las cosas estaban totalmente estructuradas, había escenarios previsibles y hasta rutinarios.
Así ha surgido otra cultura de la gestión cotidiana: ahora necesitamos aprender a sobrellevar y convivir con la incertidumbre para sobrevivir. El diccionario no ayuda mucho en este caso con sus definiciones: el significado alude a la carencia de certeza, convicción, certidumbre, confianza o seguridad sobre algo, en especial cuando crea alguna inquietud, perplejidad o duda.
Lo que sí sabemos es que la incertidumbre existe desde que el mundo es mundo; y, en su base, se encuentran los planes, guiones y expectativas acerca de cómo deberían ser las cosas, en cualquier contexto.
Como no es posible ni recomendable transitar con la intención de tener todo bajo control -es más, estamos en la era del “no-control -, el vivir sin certidumbre genera un estado emocional interno de duda y de falta de claridad, que se traduce en ansiedad, preocupación y fantasías negativas sobre el futuro.
Cómo pilotear la incertidumbre
La incertidumbre es un estado interno inherente a la condición humana; y lo que más desconcierta es el sentido errático que pueden tomar las situaciones: puede que sucedan, puede que no. Algunas dependen de nuestro desempeño o están bajo el dominio de la actuación personal; y otras no. Hay situaciones del entorno directo sobre las que podés tener influencia, y otras que escapan a tu alcance.
En el mundo de los nuevos líderes empresariales, aquellos con las habilidades para gestionar la incertidumbre en el mundo cambiante son sumamente apreciados y necesitados. Como el capitán de un barco en medio de una poderosa tormenta, son quienes suelen demostrar una templanza, aplomo, serenidad interna manifiesta también en lo externo, que les permite guiar a los equipos y ejecutar la toma de decisiones hacia un puerto que para otros era invisible o inviable.
Desde una perspectiva individual, la incertidumbre se plantea en cada paso hacia lo desconocido: la búsqueda de un nuevo empleo o departamento; una pareja; un proyecto, las metas y la carrera profesional. Todo está bajo la óptica de una posible incertidumbre del resultado. Y como todo se transforma permanentemente, este estado “sin certezas se extiende a cada paso.
Pasar de la sociedad resultadista a habitar el sentido
Durante siglos hemos vivido en una sociedad que estimulaba el éxito y el enfoque en el resultado.Lo que observo trabajando en temas de cultura empresarial desde hace varias décadas, es que, más allá de los logros, ahora hay una tendencia creciente en las personas -que se traslada a muchas empresas- en priorizar la búsqueda de sentido. Es algo más profundo. Por ejemplo, desarrollar el talento es diferente que enfocarse solamente en que se obtengan determinados resultados.
Esta búsqueda de sentido personal y sistémico -porque toda organización es un sistema en sí mismo-, es alentadora para equilibrar las emociones y encontrar propósito y dirección aún en medio del caos y las turbulencias.
8 pasos concretos
Para que la incertidumbre no te paralice, es necesario enfocarse y trabajar internamente en estas habilidades blandas esenciales para atravesar el proceso con menos angustia y preocupación:
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