Llega el fin de semana y las ganas de pasear, divertirse, alejarse de la rutina y disfrutar de la buena gastronomía aparecen nuevamente. Para quienes se apasionan por los sabores locales, la tradición y los clásicos, hay dos ciudades en la provincia de Buenos Aires que se destacan por sus clásicos bodegones.
Se trata de Roque Pérez y Mercedes, dos localidades con aires de campo y cultura tradicional.
Roque Pérez: la ciudad que invita al encuentro
Nacida alrededor de la estación de trenes en 1884, cuando se extendió la línea del Ferrocarril Sud, esta ciudad lleva el nombre del doctor José Roque Pérez, habitante que dio su vida a batallar contra la fiebre amarilla de la época.
Para las personas enamoradas de las localidades pequeñas y la bonanza, el lugar cautiva con su atmósfera relajada.
Los caminos roqueperenses con añejas casonas restauradas incluyen al Pueblo Turístico La Paz Chica y su almacén San Francisco, que data de 1930 y conserva la construcción en barro y mobiliario original. El edificio fue levantado por la comunidad y se transformó en punto de encuentro, sitio de venta de productos, club y escenario de las obras de Juan Moreira.
"Somos una generación que vuelve al campo, que cree en el arraigo y en la participación comunitaria", aseguró Samy Kraus, a cargo del emprendimiento donde ofrecen manjares dulces, mermeladas, conservas, tablas de verduras asadas, empanadas de carne, chorizos, corderos, lechones y otras delicias rurales elaboradas de forma artesanal.
Además, la carta incluye comida sin TACC, sin sal, postres para diabéticos, menú vegetariano y menú hipocalórico. "Realizamos espectáculos y eventos culturales para juntar todos los saberes del paraje en un solo lugar, con el deseo de no perder nunca la cultura con la que nació el Almacén San Francisco", agregó Kraus.
Este destino turístico también propone avistajes de aves, en el refugio de flora y fauna silvestre Laguna de Ratto.
Mercedes: una herencia gastronómica para viajar al siglo XIX
Los orígenes de Mercedes datan de 1745, cuando nació como frontera de malones con los pueblos originarios Pampas. Sus bares de campo, parques e historia hacen posible un gran regocijo para quienes lleguen con ganas de desconectarse.
Frente a la plaza San Martín, la catedral Nuestra Señora de la Merced con una altura de 70 metros y 6 campanas y el Palacio Municipal, del año 1910, aparecen las siguientes "joyas":
El bodegón Oveja Negra
Data de 1905 y en un primer momento fue una caballeriza, tras lo cual se convirtió en almacén de ramos generales y más tarde en fábrica de quesos. Sus muebles y estanterías originales trasladan a los comensales a comienzos del siglo pasado.
"Nuestro menú tiene 50 platos de elaboración propia, y la estrella es la Milanesa Bodegón. Además contamos con un barman, que prepara los tragos de autor Oveja Negra y la cerveza mercedina Birmania", detalló su encargado Fernando Bustos.
El edificio del Bar La Vieja Esquina
Construido hacia mediados del siglo XIX, es uno de los más añejos del partido. "Viví mucho la época de los almacenes de ramos generales. Hoy en el bar, nuestro fuerte es el salame quintero, el jamón, los quesos y todos los fiambres artesanales de nuestra zona", expresó a sus 82 años el italiano Gerónimo "Momo" Raso, dueño del bar.
Bar Laurino
Fue inaugurado en 1953. "Nuestra historia se disfruta en nuestras mesas con sabrosos desayunos, almuerzos, meriendas y cenas", afirmó Facundo Bugallo, propietario del lugar.
