

Habla un portuñol de sonidos graves e intensos articulados de manera cadenciosa y suave. Heloísa Crocco tiene 62 años, es gaúcha y una de las diseñadoras contemporáneas más interesantes de Latinoamérica. "Todo comenzó cuando tenía 30 años. Estaba en plena pregunta acerca de qué voy a hacer, para dónde voy y cómo voy a vivir.
Había terminado de cursar Diseño en la Universidad Federal de Río Grande del Sur y estaba en Porto Alegre, donde he vivido siempre. Entonces, un amigo arquitecto me invitó a un viaje al Amazonas. Nunca había estado en la selva, y dije: ¿por qué no?". Antes de dar ese pequeño paso -que resultaría significativo para su carrera-, Crocco había tomado cursos de creatividad con el inglés Tom Hudson y de tapicería con Elizabeth Rosenfeld, experiencias que fueron decisivas en su mirada sobre el uso de los materiales y el ejercicio del artesanado. "Estaba en el Amazonas, en esa inmensidad, acompañando a una empresa de desmonte, viendo cada día cómo bajaban gran cantidad de árboles en ese ambiente cargado de vida, de colores, de olor a savia, de sonidos de pájaros y de bichos. Y, entonces, sin saber porqué ni para qué, reuní una gran cantidad de maderas, troncos, hojas, semillas y me los llevé a casa".
El camión que contrató para transportar ese material de descarte/rescate demoró 45 días en llegar a destino. "Cortando maderas, buscando formas, investigando el material, observé que, si uno mira el corte transversal del tronco, se ven las líneas de crecimiento del árbol. Son de diferente contextura: unas son blandas, las que crecieron durante los veranos; y otras son duras, las que crecieron durante el invierno, más abigarradas y con menor espesor. Miraba esas líneas y se me ocurrió hacer un arenado, es decir, pulir las superficies con arena. Y obtuve un sello". Piedra fundacional de su trabajo, ese sello se convirtió en el signo puro. Que Crocco combinó con otros signos. Y otros más. Y así generó su propio idioma.
"Primero hice grandes paneles. Y después hice más objetos con esos dibujos de los leños. Además, trabajé con el rezago de troncos cortados, unos prismas de base rectangular con la tapa truncada -que eran pequeñas piezas de descarte de una fábrica de muebles- y los transformé en otros paneles". Dos años después, montó la primera exposición de su emprendimiento Topomorfose. "Topos significa lugar y morfos, forma. Forma que siempre estuvo y estará, huella digital de la naturaleza, laberinto de líneas de vida, matriz", son algunas de las definiciones que años más tarde encontró la crítica de arte Adélia Borges para definir el universo desplegado por Crocco a partir de ese sello fundacional que le permite sacar a la luz los secretos de la madera, las líneas de identidad de cada árbol, superficies gráficas que invitan a viajar a la vitalidad basal del árbol.
"Para mi investigación, tomé más de 200 especies de árboles de la selva brasileña, que es un entorno bien representativo de nuestro país, y cuyo desmonte es una preocupación a nivel mundial", expresó Crocco ante un auditorio repleto de estudiantes de Diseño durante su reciente visita al Centro Metropolitano de Diseño de la ciudad de Buenos Aires. "Pero, ¿qué hacer con esas maderas? No sabía qué hacer con toda esa información. Hasta que, durante una visita a Inglaterra, tuve un click al entrar en una tienda de Laura Ashley (N. de la R.: Legendaria interiorista británica cuyo patterns florales basados en fuentes documentales del siglo XIX y XX es, actualmente, una cotizadísima marca registrada de la deco vintage). Recuerdo que vi cómo ella incorporaba las flores a sus objetos, estampándolas en los tejidos, la loza, los empapelados, las telas... Y decidí hacer lo mismo con el toco de la madera: usarlo como matriz visual para una serie de aplicaciones en productos".
Su trabajo, entonces, parte de un mundo descartado, sobrante, desechado, que la diseñadora recupera para la expresión artística.
Querida madera
Los sellos de Crocco se empapan en tintas y estampan sus grafismos caprichosos en telas, cerámicas y otros materiales destinados a la creación de objetos: tazas, platos, manteles, acolchados, bolsos e incluso jabones. Y en esta proyección comercial, la investigación artística establece un intenso diálogo entre esos objetos de la vida cotidiana urbana y el mundo natural en el que esa cultura se inscribe. Porque los productos tienen el color, los tonos, las texturas cálidas de la madera... Y su singularidad surge del encuentro del grafismo -que busca el ángulo ideal en el objeto- y esa pieza, ignorada hasta entonces por la cotidianeidad, que encuentra un modo de volver a expresarse. Doble circulación de formas y objetos. "Topomorfose es un modelo de pensamiento. No se trata de un diseño que se reproduce mecánicamente, sino de una identidad que se convierte en lenguaje. Un lenguaje que es la expresión propia de un clima, de un modo de vida, de una ideología, de un lugar de origen y de una proyección. Estos grafismos de la madera, aplicados mediante diversas técnicas en distintas superficies, revelan facetas ocultas de la historia del árbol. Su vida se traduce en cada trazo, en cada punto que se une a otro punto de la línea impresa", ponderó Adélia Borges en el libro que rescata la trayectoria de Crocco.
Desde su estudio ubicado en las afueras de Porto Alegre, donde trabaja con aprendices y ayudantes, la diseñadora sigue aplicando su idioma a muebles, biombos y paneles decorativos. "Si en vez de la madera, en ese viaje a Amazonas me hubiera apasionado por las mariposas, también habría tenido un universo visual enorme para trabajar. ¡Imagínense el mundo que se presenta en las alas de una sola mariposa! O, si me hubiera fijado en las bromelias, esas plantas coloridas que crecen en Brasil y que tienen muchas subespecies. O en el mundo de las langostas. Quiero decir: el universo está lleno de posibilidades para investigar y para crear", deslizó ante su audiencia porteña. En ese sentido, reveló que "mi investigación siempre tiene referencias de la naturaleza. Sea en las texturas, los colores, la materia, los diseños. Actualmente, estamos trabajando en una línea de productos para el hogar que será lanzada en breve. Y también estamos aplicando la investigación en una serie de tablas de surf, exclusivas y de edición limitada, que serán presentadas durante el próximo verano en Punta del Este".
Pero, como se trata de multiplicar y abrir el juego, otro viaje, esta vez a Minas Gerais, puso a Crocco en el punto de partida de otro gran proyecto. "Fuimos con un amigo para visitar las ferias de artesanos callejeros. Minas es una ciudad colonial, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, con una tradición de artesanado muy fuerte. Y, sin embargo, notamos que muchos de los objetos y diseños no tenían nada que ver con el ambiente. Que sus puestos y sus tiendas habían sido ocupados por un estilo y unas piezas que no respondían al universo estético y vital de esa ciudad", se lamentó.
Otra vez, el auditorio presta oídos atentos a un relato que comienza con fotos de la ciudad, en donde se ve -en muros, esquinas, monumentos, fuentes y paseos urbanos- la elocuencia de la retórica barroca americana. "Y la pregunta, entonces, fue: ¿Cómo devolverles a los artesanos la posibilidad de renovar la mirada sobre su propio entorno? ¿Cómo volver a plasmar la rúbrica propia de la ciudad en los objetos de fabricación artesanal?". Junto con otros artistas -plásticos, diseñadores, arquitectos y fotógrafos-, Crocco comenzó a trabajar tomando registro directo y fotográfico del espacio, abriendo el juego a la experimentación, a la búsqueda, a la reflexión acerca del entorno, los materiales, las necesidades vitales de ese grupo. Y así nació el Laboratorio Piracema de Diseño. "Piracema es una palabra de origen indígena que designa un fenómeno natural que ocurre entre los peces. Cuando llega la época de reproducirse, ellos migran contracorriente para ir a las nacientes de los ríos. Por motivos que sólo la naturaleza conoce, los peces regresan al lugar donde nacieron para, de este modo, proteger el futuro desove. Esa imagen de sumergirse en los orígenes para, a partir de ahí, instalar una vanguardia, es fuente de inspiración y línea de trabajo de nuestro laboratorio", indicó. Desde hace casi una década, el Laboratorio Piracema ha realizado trabajos en zonas remotas de Brasil, desde el árido sertão (desierto) del nordeste hasta las comunidades fluviales adentradas en el continente. En las diversas sociedades, y a partir de las demandas y necesidades de cada grupo de trabajo, se realizan seminarios, programas pedagógicos, curaduría de eventos, colecciones de productos, producciones fotográficas y otras actividades que expresan la filosofía de Piracema, basada en el enriquecimiento del vínculo de identidad entre el objeto de diseño y el entorno en que fue producido.
¿Por qué hace tanto hincapié en el respeto a esas producciones autóctonas?
Porque esas producciones constituyen un ejemplo permanente de tecnología tradicional y son, al mismo tiempo, depositarias de una cultura sincrética de indios, negros y blancos cultivada en el proceso de integración de Brasil. Es un patrimonio económico y productivo en vigencia. Como la cultura es un elemento vivo, la actividad artesanal debe ser abordada en su profundidad antropológica. Evitar la visión superficial es la única forma de operar los cambios necesarios para que no sea amenazado en su identidad. El artesanado es soberano, punto de partida y de llegada de cualquier intervención. Creo que la esencia es el inicio de las transformaciones.
Es, deliberadamente, una mirada que se contrapone a la estética globalizante...
En cierto modo sí, sin duda. Porque en un mundo totalmente globalizado el desafío de un artista es despertar y ver el entorno, entenderse a uno mismo y entender su origen. Se trata de un viaje hacia adentro, no hacia fuera, para salir al mundo desde ese triunfo de lo particular. Es respetar el poder del diseño de la vida.











