
El segundo semestre del año pasado la pobreza en la Argentina se ubicó en el 37,3 por ciento y alcanzó a 16,8 millones de personas. Y aunque el dato representa un alivio con respecto al 42 por ciento de la segunda mitad de 2020, todavía está por encima de los valores prepandemia, cuando se situaba en 35,9.
"Somos más pobres que cuando éramos muy pobres. Estamos frente a un piso que difícil de bajar del 35 por ciento y se acerca al 40. No es solo que uno de cada tres argentinos vive en un hogar pobre, sino que además te estás quedando sin clase media", dice Agustín Salvia, director del Observatorio de Deuda Social de la UCA.
Y señala que la mejora en el dato difundido por el Indec se dio en medio de un año electoral y con una "primavera de consumo" a pesar del contexto inflacionario. Y, si bien es cierto que se recuperó trabajo perdido en la pandemia -el desempleo cayó al 7 por ciento, el nivel más bajo en los últimos 5 años-, también lo es que la capacidad adquisitiva sigue por debajo de la de 2019.
"Las burbujas de consumo electoral tienen un costo que se ve más tarde. El Gobierno se encuentra con una inflación que no cede y sin posibilidades de inflar la economía de manera monetaria. Si no hay mayor inversión, la inflación extra de 2022 va a impactar de lleno en los próximos números de pobreza", agrega Salvia.
Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, aporta que uno de los principales problemas que tiene la economía es la falta de crecimiento. El PBI está estancado desde hace más de 10 años, lo que refleja una caída de la productividad.
"Lo que se ve hoy no es el reflejo solo del último trimestre. Hay que mirar el fenómeno que viene pasando desde antes. Y lo que vemos es que hoy se produce lo mismo que hace 10 años con más gente ocupada. En vez de 17 millones como en 2010 hay 20 millones. Es decir que el producto medio cayó un 20 por ciento", explica y destaca que el resultado de este proceso es una caída en el poder de compra que hace que quienes están apenas sobre el límite de la pobreza terminen cayendo en ella.
Asegura que el principal problema es que está aumentando la pobreza estructural. Esto significa que la línea queda cada vez más arriba y se hace difícil bajarla en el corto plazo.
La solución, agrega, es lograr una política que haga que el PBI crezca de manera sostenida. Y si lo que se busca es que el índice caiga debajo del 25 por ciento, la meta debería ser un incremento del producto del ocho por ciento por al menos cuatro años. "La buena noticia es que no es imposible. Se está haciendo todo tan mal en materia económica que solo con corregir algunas cuestiones, el PBI podría crecer. La mala, no veo que se esté tomando ninguna medida en el sentido correcto".
Marina Dal Poggetto, directora de EcoGo, señala que hay un deterioro estructural: "Hoy hay gente que se cayó del sistema, pero tiene contención por los planes sociales y eso hace que la situación no sea aún más dramática".
"Hay que tener en cuenta que hubo un cambio metodológico en 2016 que hizo que los números fueran más altos. Lo cierto es que, si se ve una serie homogeneizada, los índices actuales son similares a los de fines de los 90", agrega.
Lo que sí cambió, dice, es cómo se compone la pobreza. A fines de los noventa había altísimo desempleo y poca cobertura social. Hoy hay más gente en el mercado laboral y más planes, pero los ingresos son menores. "Históricamente, la movilidad social estuvo relacionada con el acceso a la escuela. Pero el sistema educativo está segmentado, es algo que la cuarentena dejó al desnudo", cierra.
El texto original de esta nota fue publicado en el número 340 de la revista Apertura















