De la visión de un grupo de científicos nació un emprendimiento que se va moldeando, paso a paso, de Santa Fe al mundo.
Hugo Menzella, doctor en Biología Molecular de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), dio el primer paso. En 2010 volvió a la Argentina después de estar un tiempo trabajando en los Estados Unidos, e ingresó al Conicet. En ese entonces, un conocido tenía problemas con la producción de biodisel y Menzella, que tenía experiencia trabajando con enzimas, pensó en usarlas para ayudarlo. Esa fue la génesis de Keclon, la empresa que hoy se dedica a mejorar el rendimiento de procesos productivos a partir del uso de enzimas.
Las enzimas actúan como catalizadores de reacciones químicas, por lo que sirven para reemplazar a los solventes tradicionales. Tienen aplicaciones en varias industrias con el beneficio de que son productos biodegradables y verdes.
Los investigadores de Keclon desarrollaron una plataforma tecnológica que permite generar rápidamente nuevas enzimas, usando herramientas de ingeniería genética, biología sintética y nuevas técnicas de evolución dirigida.
La firma tiene una cartera de productos para la industria aceitera (su marca Plasemix brinda rendimientos superiores al 2 por ciento), del biodiesel (con un tratamiento que reduce la cantidad de contaminantes), alimenticia (para elaborar quesos, leche, panificados y hasta carne) y alimentación animal. Tienen 28 aplicaciones de patentes presentadas, y ocho otorgadas. Ahora están trabajando en diagnóstico.
El sector de biotecnología es, hoy, uno de los más prometedores para la Argentina, no solo por el tamaño de la oportunidad (solo en el negocios que atiende Keclon calculan un tamaño de US$ 8000 millones en el mundo), sino por la calidad de los científicos y recursos humanos del país.
De a poco, los inversores van subiéndose, también. Es que, montar una empresa de estas características requiere dinero y, sobre todo, tiempo. Uno de los primeros fue el fondo Pymar-AxVentures. La primera apuesta fue para desarrollar la enzima que elimina impurezas del biodiesel, que, con éxito, se patentó en la Argentina, los Estados Unidos, Europa, Brasil y Canadá.
Luego, comenzaron a trabajar en sus soluciones para la industria aceitera y se acercó Molinos Agro, Puerto Asís Investments, y Ganagrin. En total, la empresa completó más de US$ 14 millones de inversión privada sumado al acompañamiento del Conicet, la UNR, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación.
"Una de las grandes lecciones que tuvo el proyecto es que hay que unir los dos mundos: el de los científicos y el de los inversores", dice a APERTURA Leonardo Marraffini, un ingeniero Industrial que se sumó hace tres años y hoy es CEO.
En cifras
- Fundación: 2012.
- Inversión total: US$ 14 millones.
- Facturación para el primer año de ventas: US$ 3 millones (estimado).
- Cantidad de empleados: 25.
- Fundación: 2012.
- Inversión total: US$ 14 millones.
- Facturación para el primer año de ventas: US$ 3 millones (estimado).
- Cantidad de empleados: 25.
A fines del año pasado inauguraron su primera planta de fermentación de alto rendimiento para la producción enzimas y proteínas en San Lorenzo. Cuenta con una capacidad de fermentación de 65.000 litros ampliable a 200.000, y permitirá potenciar la producción y comercialización de sus productos a nivel global.
La compañía está contando los días para presentar su primer lote productivo que irá para la Argentina y Brasil. Es que, por primera vez en 10 años Keclon va a concretar ventas, y espera alcanzar una facturación de US$ 3 millones para el primer año.
En biotecnología, los tiempos son largos. "Estamos hablando de un proyecto de un tamaño poco habitual", menciona Marraffini y concluye: "Hay mucho esfuerzo para la parte de permisos, aprobaciones...cuando dependes de la parte estatal, va a otros tiempos".
La versión original de esta nota se publicó en el número 339 de revista Apertura.
