Quien haya caminado por el Centro Histórico de Roma sabe que es uno de los paseos más bellos del mundo. Delimitado por el río Tíber, el gran parque Villa Borghese, el Foro Romano y la estación de trenes Termini -la principal de la ciudad-, en esta zona se alzan edificios espectaculares, además de muchas de las plazas y monumentos más prestigiosos del mundo. Entre otros íconos de la arquitectura allí se encuentra el Panteón, el edificio mejor conservado de la Antigua Roma, un templo circular construido por Adriano en el siglo I d.C. que, posteriormente, fue convertido en iglesia. Cerca de allí, el templo de Adriano, o las 11 columnas corintias que quedan de él; el palacio del Querinale, residencia oficial del presidente de la República levantado en la década de 1570; y el palacio del Montecitorio, que funciona como Congreso de los Diputados y fue erigido por Bernini en 1653, son otras de las edificaciones más importantes de este sector de la ciudad. Pero sin duda, una de las construcciones más icónicas es la Fontana de Trevi que, emplazada en la plaza homónima, fue diseñada por Nicola Salvi en 1762. Es una parada obligada durante un viaje a Roma, ya que para volver a la ciudad hay que tirar una moneda dentro de esta fuente que representa a Neptuno y sus dos caballos enormes que ilustran los estados del mar: la calma y la tempestad.
Además de ser uno de los sitios más turísticos de Italia, la gastronomía del Centro Histórico también está a la altura del caudal de visitantes que recibe a diario. Un posible recorrido gourmet comienza por Le jardin du Russie (Vía del Babuino, 9), el restaurante del Hotel de Russie, a solo un paso de la Piazza del Poppolo. Allí se puede comer o tomar un aperitivo con un nivel de servicio excepcional en un lugar encantador. Cerca de allí, y a escasos metros del Tíber, Il pagliaccio (Via dei banchi Vecchio, 129/A), el restaurante del chef Anthony Genovesi galardonado con una estrella Michelin, ofrece productos de primer nivel en combinaciones perfectas.
Otra alternativa interesante en las calles aledañas es Babette Ristorante & Bar (Via Margutta, 1D/3), un restaurante inspirado en el célebre film Il pranzo di Babette y situado en un lugar privilegiado en la llamada "calle de los pintores". En este local multifacético, con aire de brasserie francesa, se puede comer a toda hora, el servicio es cordial y la cocina muy tradicional sin dejar de ser creativa. Al mediodía cuenta con un buffet económico y se puede pedir vino por copa. A pocas cuadras, cerca del monumento Ara Pacis, que conmemora al imperio romano, un acogedor restaurante recibe a los comensales con auténtica cocina romana y mediterránea: Taverna Ripetta (Via di Ripetta, 158). Aquí no falta el pescado fresco, los antipastos y los platos típicos de la gastronomía italiana.
Bordeando el río hacia el sur se llega a otro reducto gastronómico que hizo historia: Il convivio Troiani (Vicolo dei soldati, 31), uno de los primeros restaurantes de Roma en ser galardonados con una estrella Michelin en 1993. El chef, Angelo Troiani, es muy estimado tanto por los clientes como por sus colegas, y sus platos son modernos con inspiración de la cocina romana y regional italiana. En la misma zona, Teichner Lounge bar (Piazza di Monte Citorio, 131) ofrece platos clásicos italianos sin pretensiones. La locación es sugestiva, ya que se encuentra en el medio de la plaza San Lorenzo y cuenta con calefactores para comer afuera en invierno.
Ya en la zona del Panteón, Quinzi e Gabrieli (Via delle coppelle, 5), restaurante especializado en pescados, es uno de los pilares de la gastronomía romana de alto nivel. Los precios son altos pero acordes a una calidad y servicio muy superior. Es un lugar clásico, ideal para gourmands con predilección por los frutos de mar. Para comer pastas, en esta zona el mejor es Sora Margherita Piazza (Delle cinque scole, 30), una típica fonda italiana que ofrece platos muy ricos a precios justos, ideal para hacer una parada, ganar energías y seguir paseando. La especialidad son los gnocchi, los platos hebreo-romanos y la inolvidable torta de ricota. Cerca de allí, se alza una de las enotecas más antiguas de Roma, Cul de Sac (Piazza Pasquino, 73), un punto de encuentro siempre vigente en la ciudad. Además de probar buenos vinos se pueden comer ricas sopas, embutidos, quesos, ensaladas e incluso pastas.
A la hora de la sobremesa, no se puede soslayar que en Roma se encuentra la mejor heladería de Italia: Il gelato (Piazza Monte D'oro, 91/93). Si bien su casa central no estaba situada en el Centro Histórico, sus dueños han abierto una sucursal para que los amantes del helado puedan disfrutar de una experiencia mística en el lugar más icónico de Roma. Su creador, el pastelero Claudio Torcé, le presta especial atención a la calidad de la materia prima. Para este helado no existen los colorantes o los agregados previamente elaborados; son una verdadera perla en el mundo de los dulces. ¡Buon appetito! z we