

En busca de una reconciliación con el mercado, la presidenta brasileña Dilma Rousseff pretende armar discursos en torno a tres ejes, durante su participación en el Foro Económico Mundial. La mandataria definió los tres puntos más importantes de sus intervenciones en Davos, frente a la elite empresarial del planeta, con el objetivo de aplacar las críticas de inversores extranjeros.
La defensa de la política fiscal, del control de inflación y del potencial de crecimiento de la economía brasileña -probablemente en ese orden-deberá dar el tono a sus pronunciamientos.
La propia Dilma quiso dedicarse personalmente a la elaboración de sus discursos. Además de una sesión especial en el foro, la presidenta se prepara para un encuentro con altos ejecutivos internacionales. En el llamado Business Interaction Group on Brazil, con capacidad para 70 participantes, más de 90 ejecutivos habían solicitado inscribirse hasta mediados de esta semana. Habrá espacio para preguntas.
Más importante que el contenido del mensaje, la mandataria apuesta al simbolismo de su primer viaje a Davos para garantizar una tregua duradera con el mercado. Desde las exitosas concesiones de aeropuertos y de rutas, en el último bimestre del año pasado, el Palacio do Planato considera que consiguió restablecer un ambiente positivo con el empresariado nacional.
Sin embargo, Dilma reconoció que todavía no logró retomar una agenda positiva con el sector financiero -en el país o en el exterior. Por eso, está convencida de que precisa abordar con claridad las principales dudas del mercado: la política fiscal y la resistencia de la inflación.
En defensa del superávit primario, pretende atribuir la caída en el resultado de los últimos años a las desgravaciones para el sector industrial, recordando que no se trata de un problema de recaudación y destacando que Brasil es uno de los países del G-20 con mejores indicadores. Con respecto a la inflación, la presidenta deberá reiterar la autonomía de Banco Central (BC) para aumentar la tasa básica de interés (Selic).
Auxiliares próximos sugirieron a Dilma que no brinde ningún compromiso o número nuevo, en relación al objetivo de superávit primario y estimación de inflación en 2014, por entender que eso puede generar innecesarias quejas sobre promesas en plena campaña electoral. Por eso, defienden un tono más genérico a la hora de aludir a esos indicadores.
En el intento de rebatir el pesimismo en torno del bajo crecimiento de la economía, que dio munición a los críticos de la presencia de Brasil en los Brics, Dilma quiere hablar sobre el impacto positivo de las licitaciones en el sector de infraestructura y de petróleo y gas en el PBI de los próximos años. Para la mandataria, la subasta del yacimiento de Libra fue realmente un éxito, al contrario de la evaluación moderada que hicieron muchos analistas.
En un estudio reciente, el ministerio de Economía calculó en 80.300 millones de rerales el valor de las inversiones contratadas en las concesiones hechas en 2013. Con esas menciones, la presidenta busca atraer el interés de empresarios extranjeros en las próximas licitaciones, como las de ferrocarriles.
Dilma llevará una extensa comitiva. Al menos cinco ministro la acompañarán a Suiza: Guido Mantega (Economía), Fernando Pimentel (Desarrollo), Luiz Alberto Figueiredo (Relaciones Exteriores) y Aldo Rebelo (Deportes), además del presidente del BC, Alexandre Tombini.
Los presidentes del Banco Naciona de Desarrollo Económico y social (BNDES), Loyciano Coutinho, y de Petrobras Graca Foster también integran la delegación.










