Rusia y China ya tienen armas hipersónicas que asustan a Estados Unidos: son más rápidas que el sonido y altamente destructivas
Donald Trump firmó una orden para reformar y actualizar el sistema de defensa de USA. Conoce todos los detalles.
En la era de Ronald Reagan, Estados Unidos lanzó un ambicioso plan de defensa que parecía sacado de una película de ciencia ficción. El proyecto fue bautizado por los medios como "Iniciativa Star Wars", ya que pretendía desarrollar un escudo espacial contra ataques con misiles.
Ahora, con la llegada de Donald Trump al poder, Estados Unidos reactiva una versión renovada de aquel concepto, aunque con un enfoque más pragmático.
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Trump firma la creación de una nueva defensa: un sistema inspirado en Israel
Trump firmó una orden ejecutiva que instruye el desarrollo de un sistema de defensa antimisiles similar a la Cúpula de Hierro de Israel. Según el mandatario, esta iniciativa responde a la creciente amenaza de misiles balísticos, los cuales representan un peligro inminente para la seguridad nacional de Estados Unidos.
El proyecto, denominado "Iron Dome for America", exige al Pentágono presentar un plan detallado en un plazo de 60 días. La estrategia incluye el desarrollo acelerado de misiles hipersónicos y la incorporación de interceptores espaciales. Sin embargo, expertos cuestionaron la viabilidad del plan, argumentando que la geografía y el tamaño de Estados Unidos hacen inviable la réplica exacta del sistema israelí, diseñado para una región más pequeña y amenazas de corto alcance.
El plan de Trump también evoca la visión de Reagan con su Iniciativa de Defensa Estratégica, que buscaba interceptar misiles enemigos antes de que alcanzaran su objetivo, eliminando la necesidad de una represalia nuclear. No obstante, el programa, que costó miles de millones de dólares, fue cancelado en los años 90 debido a su inviabilidad técnica y su alto costo.
Algunas de las ideas de la Iniciativa Star Wars han perdurado en sistemas actuales como el Ground-Based Midcourse Defense (GMD), aunque su tasa de éxito sigue siendo limitada. Críticos como Sidharth Kaushal advierten que un escudo antimisiles a escala nacional podría ser económicamente insostenible, mientras que Marion Messmer señala los desafíos técnicos de interceptar misiles lanzados desde múltiples direcciones y plataformas, incluyendo submarinos.
El papel del espacio y las nuevas tecnologías: amenazas y desafíos estratégicos
El nuevo plan de Trump pone un fuerte énfasis en interceptores espaciales, sistemas de defensa antes del lanzamiento (left-of-launch) y el uso de armas de energía dirigida, como los láseres. Empresas como Lockheed Martin, Northrop Grumman y RTX expresaron su interés en el proyecto, destacando avances recientes en tecnologías de defensa con láseres contra misiles de crucero.
Aunque la orden ejecutiva no menciona directamente a los países considerados como amenazas, los analistas coinciden en que el enfoque apunta a Rusia, China, Irán y Corea del Norte. Estas naciones han desarrollado arsenales cada vez más sofisticados, incluyendo misiles hipersónicos capaces de evadir las defensas actuales de Estados Unidos.
En Washington, la necesidad de fortalecer la defensa antimisiles gana respaldo. Expertos como Robert Soofer sostienen que el enfoque actual es insuficiente ante el crecimiento de la capacidad ofensiva de estos países. Las armas hipersónicas, con trayectorias irregulares y velocidades extremas, representan un desafío sin precedentes para los sistemas defensivos tradicionales.
Además, el arsenal nuclear de Rusia, que cuenta con unas 1.700 ojivas desplegadas, y el acelerado crecimiento del poderío nuclear de China, podrían sobrepasar cualquier escudo antimisiles.
El futuro del escudo antimisiles en Estados Unidos: Guam como territorio de prueba
Mientras el plan nacional sigue en fase de diseño, el territorio de Guam se ha convertido en un banco de pruebas para un sistema de defensa multicapa. La isla, ubicada en el Pacífico y considerada un enclave estratégico de Estados Unidos, avanzó en la implementación de un escudo defensivo con sistemas como el Aegis Guam System, el THAAD (Terminal High Altitude Area Defense) y las baterías Patriot.
Este conjunto de defensas busca ofrecer una cobertura de 360 grados contra misiles balísticos, hipersónicos y de crucero. Aun así, se estima que el sistema tardará al menos una década en completarse.
Por ahora, la orden ejecutiva de Trump deja abierta la posibilidad de un despliegue gradual, con el aumento de la inversión en programas existentes en lugar de desarrollar un sistema completamente nuevo. Sin embargo, el debate sobre los costos y la factibilidad del proyecto sigue en marcha, con advertencias sobre el riesgo de que este plan se convierta en otra iniciativa de defensa económicamente inviable sin ofrecer una protección real ante la creciente amenaza de misiles de largo alcance.
Lo cierto es que replicar una Cúpula de Hierro en un país del tamaño de Estados Unidos representa un reto monumental, tanto en términos estratégicos como financieros. El tiempo dirá si esta ambiciosa propuesta se convierte en una revolución en la defensa nacional o en un costoso experimento sin resultados tangibles.