Con Donald Trump nuevamente en la presidencia de Estados Unidos, las tensiones con el Vaticano volvieron al centro de la escena, esta vez marcadas por un contexto diferente: lamuerte del Papa Francisco, cuya postura crítica frente a las medidas contra los migrantes latinos fue siempre firme y clara.
Aunque en su momento se respetaron los protocolos diplomáticos, el sumo pontífice no ocultó su desacuerdo con las decisiones migratorias impulsadas desde la Casa Blanca ni con la política de la administración Trump.
La compleja relación entre el Papa Francisco y Donald Trump en Estados Unidos
Si bien hubo un encuentro formal entre el Papa Francisco y Donald Trump en el Vaticano durante el primer mandato del republicano, la simpatía entre ambos fue escasa. Nada que ver con la cercanía que Francisco mostró por Barack Obama o, más recientemente, con Joe Biden.
A pesar de esto, cuando Trump volvió a la presidencia, el pontífice no esquivó las formas y siguió los protocolos: le envió sus bendiciones, plegarias y un mensaje cargado de señales.
En aquel saludo oficial, el líder de la Iglesia Católica pidió que Estados Unidos no perdiera su esencia como "tierra de oportunidad y acogida". Habló de construir una sociedad "más justa", donde no haya lugar para la exclusión, el odio ni la discriminación.
Pero el tono cambió rápido. Apenas la nueva administración anunció deportaciones masivas y fuertes recortes a la ayuda internacional, Francisco reaccionó. Mediante una carta dirigida a 280 obispos del país, dejó clara su postura: "Jesús fue un migrante".
En ese mismo texto, el Papa hizo hincapié en varios puntos:
Una conciencia bien formada no puede avalar que se relacione la migración irregular con criminalidad.
Echar a quienes escapan de la pobreza o la violencia es una herida profunda a su dignidad.
Las familias expulsadas quedan atrapadas en una situación de vulnerabilidad extrema.
Si bien un país tiene derecho a protegerse, eso no puede implicar castigar a quienes ya sufren.
Críticas del Papa Francisco a las medidas contra los migrantes latinos y a los recortes de Trump
Las observaciones del Papa Francisco contra Trump no se limitaron al tema migratorio. También hubo una fuerte reacción ante el recorte de fondos a la Agencia de Ayuda de Estados Unidos. A través de Caritas Internacional, la Iglesia advirtió sobre el impacto devastador que podría tener esta decisión.
Según la organización:
Se pondrían en riesgo servicios esenciales en regiones frágiles.
Décadas de trabajo humanitario quedarían en jaque.
Se podrían desestabilizar comunidades enteras que dependen de esa asistencia.
Millones podrían verse empujados a una pobreza inhumana, o incluso perder la vida.
Desde Roma, el cardenal Michael Czerny -muy cercano al Papa y referente del área de desarrollo humano- también se sumó a las críticas. Cuestionó la lógica de los recortes y sostuvo que "los programas fueron distorsionados por la ideología" y que "entonces deberían reformarlos". Para el cardenal, "cerrar no es la mejor manera de reformar".
En ese clima tenso, Trump designó como embajador ante la Santa Sede del Vaticano a Brian Burch, un ultraconservador con posturas críticas hacia el Papa Francisco. El gesto no pasó inadvertido, sobre todo considerando que el el sumo pontífice eligió a Robert McElroy -progresista, intelectual y figura destacada en la Iglesia estadounidense- como nuevo arzobispo de Washington.
El Papa Francisco cerró su carta pidiendo a la Virgen de Guadalupe que proteja a quienes viven el drama de la migración o temen una deportación. Para el sumo pontífice este tema fue uno de los ejes de su Pontificado: la defensa firme de los más vulnerables, en especial de los migrantes latinos en Estados Unidos.