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Según un informe de la Universidad de Harvard, durante el primer año de vida, las siestas resultan ser fundamentales tanto para los bebés, quienes no pueden estar despiertos más de un par de horas, como para los padres y cuidadores, que necesitan momentos de descanso del arduo trabajo de cuidar a un infante.

Conforme los niños crecen y se transforman en niños pequeños y en edad preescolar, las siestas no siempre se presentan como una tarea sencilla. A menudo, el rechazo por parte de los niños se manifiesta, guiados por la idea de que "si duermes, pierdes", lo que puede interferir con actividades diarias, como la recogida de la escuela cuando hay hermanos mayores, o provocar que se acuesten más tarde.

Se ofrecen aquí algunos consejos para que las siestas funcionen tanto para ti como para tu hijo, así como para identificar cuándo ya no son necesarias.La necesidad de la siesta

Cada niño tiene sus propias necesidades en cuanto a las siestas. Algunos requieren siestas largas, otros se conforman con breves descansos y algunos abandonan las siestas antes que otros. Incluso dentro de la misma familia, las diferencias pueden ser notables. Escuchar y comprender el temperamento y las necesidades de tu hijo es fundamental para que las siestas sean efectivas; de lo contrario, podrías enfrentarte a luchas innecesarias.

Las necesidades de los padres o cuidadores también son relevantes: todos requieren un respiro. A veces, esos momentos de descanso son especialmente valiosos en ciertos momentos del día, como durante la preparación de las comidas.

¿Cómo tener un mejor descanso?

  • Establece un horario para las siestas. En lugar de esperar a que el niño se duerma por sí solo, establece un horario regular para las siestas. Todos nos beneficiamos de rutinas de sueño consistentes, incluso los adultos.
  • Si es posible, coloca al niño en la cuna mientras está despierto (o semi-despierto).
  • Además, aprender a dormirse sin un biberón, pecho o ser sostenido es una habilidad valiosa que puede fomentar mejores hábitos de sueño a medida que crecen.
  • Crea un ambiente propicio para dormir. Algunos niños pueden dormir en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, pero la mayoría se beneficia de un espacio tranquilo y oscuro. Un máquina de ruido blanco (o incluso un ventilador) puede ser útil.
  • Evita el uso de pantallas antes de la siesta o la hora de dormir. La luz azul que emiten computadoras, tabletas y teléfonos puede activar el cerebro y dificultar que los niños se duerman.
Harvard revela cómo aprovechar al máximo las siestas y cuándo es mejor detenerlas (foto: Pexels).
Harvard revela cómo aprovechar al máximo las siestas y cuándo es mejor detenerlas (foto: Pexels).

¿Cómo dejar la siesta?

Entre los 3 y 5 años, la mayoría de los niños dejan de tomar siestas. Si un niño puede mantenerse activo y alegre durante la tarde, es probable que esté listo para prescindir de la siesta. Un poco de irritabilidad al final del día es normal; simplemente puedes acostarlo más temprano.

Una estrategia para facilitar esta transición es establecer un tiempo de tranquilidad por la tarde. Permite que el niño se acueste sin exigirle que duerma; puede mirar libros o jugar en silencio. Si permanece despierto, es una señal de que está preparado para dejar la siesta. Si se duerme pero luego se queda despierto hasta muy tarde, eso indica que la siesta de la tarde ya no es necesaria.

Independientemente de si tu hijo duerme la siesta, es beneficioso incorporar un tiempo tranquilo sin pantallas cada tarde. Esto brinda a tu niño y a todos la oportunidad de relajarse y desconectar, además de establecer un espacio no solo para la tarea, sino también para el descanso a medida que los niños crecen.