

Unas declaraciones de Doug Rowland, experto en heliofísica de la NASA, reabrieron un viejo debate: ¿dónde termina realmente la atmósfera de la Tierra?
Según el científico, no existe un límite claro, sino que el aire terrestre se va volviendo cada vez más tenue a medida que se asciende hasta alcanzar distancias que superan incluso la órbita de la Luna.
La atmósfera terrestre se extiende mucho más allá de lo que se suponía
En los tratados internacionales, la llamada línea de Kármán, situada a 100 kilómetros de altitud, se usa como referencia para separar la atmósfera del espacio exterior. Sin embargo, estudios recientes y las propias observaciones de la NASA muestran que esa división no es más que un punto de referencia.
Rowland subraya que la atmósfera terrestre "no se detiene sobre nuestras cabezas ni en la cima del Everest, ni donde vuelan los aviones". De hecho, continúa mucho más allá de lo que imaginamos, en una región casi imperceptible llamada geocorona, formada principalmente por hidrógeno.

Un dato clave es que incluso la Estación Espacial Internacional (EEI), que orbita a más de 400 kilómetros de altura, todavía se ve afectada por el aire. El experto explicó que sin correcciones periódicas de los cohetes, la fricción provocaría una caída progresiva de la estación debido al arrastre atmosférico.
Esto demuestra que ni siquiera las misiones en órbita baja pueden considerarse completamente fuera de la influencia de la atmósfera terrestre.
Llegada del hombre a la luna: ¿atravesaron la atmósfera los astronautas del Apolo?
Rowland recordó que tanto la Tierra como la Luna están inmersas en la atmósfera solar, y que solo al alcanzar la heliopausa se podría hablar de un verdadero límite del espacio. "Ningún astronauta en la historia ha dejado la atmósfera de la Tierra", afirmó.
Investigaciones de la sonda SOHO y de científicos rusos indican que la geocorona podría extenderse hasta los 629.000 kilómetros, mucho más allá de la órbita lunar. Eso significa que los astronautas del Apolo nunca salieron por completo de la atmósfera terrestre, ya que la Luna misma se encuentra sumergida en ella, aunque con una densidad extremadamente baja: apenas 0,2 átomos de hidrógeno por centímetro cúbico.
Estas revelaciones no ponen en duda la llegada del hombre a la Luna, pero sí obligan a replantear lo que entendemos por "salir de la atmósfera". Lo cierto es que nuestro planeta no está rodeado por un borde definido, sino por una transición gradual hacia el espacio interplanetario.














