

Chile reduce la velocidad
Chile pareciera estar entrando en una nueva etapa desde la perspectiva económica. Una de menor velocidad de crecimiento en comparación con los tres años precedentes, que redundará en un cierre de 2013 con una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) en el mejor de los escenarios de 5%, pero que a la luz de los promedios predominantes a la fecha puede ser de 4,5% remitiéndose a las cifras del Banco Central o de 4,6% bajo la lógica de los economistas encuestados por el mismo instituto emisor.
No se trata necesariamente de un mal resultado, pues las mismas autoridades -incluído el gobierno- miraban con buenos ojos una eventual desaceleración del ritmo exhibido por la actividad productiva tras los ecos de la crisis financiera internacional y el posterior terremoto que azotó al país y que coincidió con el inicio de la administración del presidente Sebastián Piñera. Tanto fue así que la meta planteada por el Ejecutivo de crecer un 6% promedio durante su gestión pareció del todo alcanzable durante gran parte del tiempo.
Una economía que se expandía por sobre su potencial (5%), acompañada de un persistente descenso en el desempleo hasta niveles de 6% y alza de salarios, se temía que en algún momento presionara los precios internos y, en consecuencia, obligará al instituto emisor a subir la tasa de interés de política monetaria, estable en 5% nominal anual desde enero de 2012. El riesgo de sobrecalentamiento, de hecho, fue parte del debate interno desde fines del año pasado y los primeros meses del presente ejercicio.
Cambia el ritmo
Pero el invitado de piedra en que se convirtió el escenario internacional frenó los ímpetus. Desde la crisis subprime -a diferencia de lo ocurrido con los países emergentes-, Europa no pudo levantar cabeza y, al contrario, se siguió hundiendo en sus propios problemas fiscales y Estados Unidos requirió de todo tipo de estímulos para recién empezar a repuntar. El adiós de China a tasas de expansión del PIB de 10%, según lo buscado por sus nuevas autoridades, aportó el factor clave para que se terminaran de prender las alertas en Chile, dado el efecto de la menor demanda en el precio del cobre, que este año ha caído casi 13%, y en las mismas expectativas.
Unido a factores locales, como alzas de costos -laborales y energéticos-, se aplacó el dinamismo de la inversión. Y el país, ya inmerso además en un ambiente algo condimentado por el debate electoral, dio vuelta la página: hoy la discusión es cuánto se desacelerará la economía y cuándo podría bajar la tasa de interés.
Todos hechos que se reflejaron en los últimos números que expuso el Banco Central de Chile, pues no sólo redujo sus proyecciones para el PIB sino que también para el precio esperado del cobre, la demanda interna y la proveniente de nuestro socios comerciales.
En el primer caso, el margen se redujo desde 4,5% a 5,5% a un rango de 4% a 5%, mientras las estimaciones para el precio del metal cedieron a US$ 3,25 la libra en 2013 y a US$ 3,05 durante 2014, lo que repercutiría en un aumento del déficit de cuenta corriente a un 4,7% al cierre del año.
La corrección, según la autoridad monetaria, refleja la desaceleración observada en el primer trimestre y la perspectiva de una trayectoria más moderada para lo que resta del año, sobre todo por los valores del cobre y por una desaceleración más fuerte de lo que se estimaba, en un principio, en la demanda interna.
Esta última variable, conforme a la autoridad, aumentaría 4,9% este ejercicio, en circunstancias que en marzo veía una cifra de 6,1%. Lo positivo es que el cuadro delineado considera una inflación bajo control, que a diciembre se ubicaría en 2,6% y recién alcanzaría el 3% en 2014. l













