Por cuestiones políticas, Robert Colgate decidió dejar su granja en Inglaterra para mudarse junto a su familia a los Estados Unidos en 1798. Al poco tiempo inició un negocio de jabón que no prosperó, sin embargo su hijo, William, no se dio por vencido.
En ese entonces no sabía que su apellido se convertiría en una de las marcas más reconocidas del mundo, aunque en un rubro en el que no desembarcaría hasta fines del siglo XIX.
William Colgate abandonó Maryland y viajó rumbo a Nueva York. Su principal ambición era profesionalizarse en la técnica de fabricado de jabón para poder volver al ruedo en el negocio en el que su padre no había podido triunfar. Tras algunos años de trabajo, en 1806 fundó su propia empresa dedicada no solo a la industria jabonera, sino también a la elaboración de velas y venta de almidón.












