La aparición de figuras públicas en el mundo de la política crece con fuerza en varias partes del mundo, y esta tendencia ahora se hace sentir hasta en Alaska. Uno de sus personajes más característicos se acaba de convertir en flamante dirigente.
Santa Claus, nada menos, se transformó ayer en flamante concejero municipal de North Pole, una población de Alaska de 2200 habitantes. Este hombre, que saca el mayor provecho posible del nombre que lleva en su documento, decidió competir en el terreno político, pero sin perder de vista las ventajas que le podría proporcionar la figura de Papá Noel.
El recorrido de este hombre camino a las urnas fue meteórico. Apenas dos semanas antes de que se llevaran adelante la elecciones Claus decidió postularse como representante de los vecinos. Se vistió de rojo, se dejó crecer su barba blanca y salió a recorrer las calles. Su móvil de campaña, por supuesto, fue un trineo, con el que comenzó a repartir regalos a la población.
El resultado de su estrategia de campaña fue más que positivo, y Santa Claus se convirtió en el nuevo concejero municipal de North Pole, luego de sumar 58 votos. Este flamante político lleva en su documento el nombre de Santa Claus, pero sus padres no lo bautizaron de ese modo.
Thomas Patrick OConnor fue el elegido por sus progenitores, aunque luego realizó todos los trámites correspondientes para cambiar su nombre a Santa Claus, tal como actualmente figura en su documentación y bajo el que se presentó en estas elecciones.
Si bien este es el paso más importante de su carrera política, la historia de Claus como dirigente no se inició aquí. Ya fue presidente de la Cámara de Comercio de North Pole, cargo que ocupó durante algunos años.
Los datos de color dentro de esta historia también incluyen a la propia ciudad en la que Santa Claus se transformó en concejal vecinal.
Lleva el nombre de North Pole, aunque nada tiene que ver con el verdadero Polo Norte, donde cuenta la leyenda que Papá Noel vive y fabrica los juguetes que regala a los más pequeños en Navidad. Según el propio sitio web de la ciudad, ese nombre lo tomó en 1952 con la esperanza de atraer a varios fabricantes de juguetes, que podrían ver en la verdadera leyenda de Santa Claus un atractivo extra para instalarse allí.
Entendían que al tener una dirección en el mítico Polo Norte, estas empresas se podrían transformar en un interesante foco de atención para los más pequeños, que incluso podrían escribirles para contarles qué regalos querían para Navidad.