En las sombras del rugby argentino hay un torneo en el que algunos de sus integrantes facturan más de $ 1.000 millones y disponen de más de 10.000 jugadores para conformar su plantel. Son equipos que representan a varias empresas, aglutinados en un solo lugar: el torneo oficial de Rugby Empresario. Organizado por la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA), reúne a 32 combinados en dos categorías y a más de 900 jugadores. ¿El objetivo? Albergar a los aficionados que, a pesar de la edad y sus obligaciones, deciden seguir despuntando el vicio y fortalecer vínculos amistosos y de trabajo. Entre otros, figuran YPF, Aerolíneas Argentinas, AESA, Banco Central y Liderar Seguros.
La primera edición se jugó en 2005. Tras varias competiciones informales entre equipos de empresas, algunos de los referentes decidieron apostar a un certamen con el apoyo oficial la URBA. “La idea fue organizar una actividad para los jugadores que, en condiciones físicas y anímicas para disputar un torneo, no podían hacerlo en los clubes por otras obligaciones”, cuenta Diego Amat, presidente del Rugby Empresarial, segunda línea de YPF Elaion Rugby y asistente en el área Comercial de la petrolera.
Para participar, cada equipo debe tener el aval de la empresa a la cual representa. Pero no es necesario que el plantel tenga determinada cantidad de empleados de la firma y el sustento económico para los equipos depende del interés de cada compañía. Los costos del Rugby Empresarial: $ 3.000 por equipo para la inscripción anual y $ 1.000 por encuentro. Se añaden gastos de indumentaria, entrenamientos, el bono por jugador para el fondo solidario de la UAR y el tradicional y obligatorio tercer tiempo. Se compite domingo de por medio y los árbitros son oficiales.
Uno de los equipos emblemáticos, a un paso de ascender a Primera, es Aerolíneas Argentinas Rugby. Con 30 años de trayectoria, el plantel está formado en un 95% por empleados de la empresa, desde comandantes (el capitán Gabriel Pla pilotea un Airbus 340), administrativos y personal de rampa. “Muchos tuvimos que dejar el deporte de alto rendimiento por la vida peregrina que llevamos. Acá encontramos una opción”, dice Héctor Botto, exhooker y actual manager del equipo.
En la cancha, las jerarquías desaparecen. “Somos iguales y el consenso es el que decide”, remarca Botto, que trabaja en la gerencia de tripulaciones de cabina. La misma postura se persigue en el resto de los equipos. “En la cancha estás en igualdad de condiciones, se mantiene el espíritu del rugby”, dice Oscar Diakovsky, del equipo del Banco Central.
“Se fortalece el vínculo. Te ayuda a conocer a tu compañero”, agrega Daniel Di Maio, ala de Achard Seguridad, conjunto que heredó jugadores del desaparecido Nestlé. “Se afianza la relación laboral y valores”, agrega Amat, de YPF Elaion, equipo compuesto en un 75% por empleados de la firma. “Hay desde juniors hasta un ingeniero que estuvo cargo de la logística del Arsat 2”, agrega Alejandro Scuderi, segunda línea del equipo oficial de AESA y gerente de Planificación de la compañía. Más de la mitad de la plantilla del team son empleados de la firma.
Cómo solventarse
Si bien los equipos representan a las empresas, estas no necesariamente se tienen que hacer cargo de los gastos. Buena parte maneja sus cuentas de modo independiente. “Nunca pedimos apoyo económico. Estamos orgullosos de representar a la empresa”, aclara Botto, de AA. “Tenemos un presupuesto propio, súper gasolero”, agrega Diakovsky. En otros casos, el apoyo es parcial, como en AESA, donde la empresa provee al equipo de indumentaria, una cancha y colabora en las giras (viajaron a Brasil y Bolivia). También juegan un papel los sponsors. El equipo de la consultora Cruz del Sur tiene cuatros patrocinadores que solventan gastos diarios y Gilbert les cubre parcialmente los costos de indumentaria.
La inclusión de jóvenes en los planteles fue un factor para que, a los más grandes, la liga se torne exigente. “Encontramos un lugar para no dejar de jugar. Tenemos un promedio de edad de 27 años, pero no nos sobra nada”, cuenta Santiago Salas, de Cruz del Sur. “El diferencial es el nivel de amistad. El objetivo es pasarla bien, después el resultado deportivo llega solo”, cierra Scuderi. Amigos. Rugby. Empresa. El combo solo puede ser un éxito.