

La falta de conocimiento sobre el manejo de las finanzas personales es un problema para ocho de cada 10 personas a nivel mundial, quienes nunca han tomado un curso sobre este tema en toda su vida, de acuerdo con una encuesta de Santander.

Sin embargo, la Inteligencia Artificial (IA) está ganando terreno como asesora de finanzas personales, como lo hace en el resto de las actividades humanas.
De acuerdo con una encuesta de Experian, 47% de los encuestados ya usan o consideran usar herramientas como ChatGPT o Gemini como asesores financieros y las generaciones más jóvenes la tendencia es mayor: entre la Generación Z la cifra sube a 67% y entre millennials a 62%.
Según Experian, 63% de los consumidores ya están familiarizados con la IA generativa y muchos la utilizan para aprender de temas financieros antes de hablar con un humano.
Los modelos de inteligencia artificial permiten a los usuarios saber a dónde se va su dinero, y explican con ejemplos claros la diferencia entre tasa fija y variable, el interés compuesto o cómo funciona un fondo indexado, señala el estudio.
“La gran ventaja de modelos como ChatGPT o Gemini no es que elijan por ti, sino que te obligan a poner tus números sobre la mesa. Cuando ves tu mes resumido en tres renglones claros, dejas de adivinar y empiezas a decidir”, apunta Alejandro Zubiria, asesor financiero y representante de compañías de TRUST.
Letras chiquitas
Sin embargo, las herramientas de IA no deben ser vistas como un sustituto de la asesoría profesional. OpenAI, empresa dueña de ChatGPT, ha puesto advertencias para dejar en claro que su IA no sustituye la asesoría profesional en temas médicos, legales o financieros de alto impacto, sino como una herramienta de apoyo y comprensión. Reguladores y analistas coinciden: la IA puede ayudar a entender conceptos y preparar decisiones, pero no asume responsabilidades ni está sujeta a los estándares de un asesor regulado.
“Lo más interesante de la IA generativa en finanzas personales no es que responda dudas raras, sino que anima a la gente a hacer preguntas que antes evitaba: cuánto debe realmente, qué puede recortar, qué metas son realistas. Cuando una persona juega con escenarios en un asistente de IA —si adelanta deuda, si ahorra un poco más, si retrasa una meta— llega mucho más preparada a cualquier decisión importante”, señala Zubiria.
El reto, añade, es no convertir esa preparación en una fe ciega: la IA sirve para ordenar información, traducir lenguaje técnico y explorar futuros posibles, pero no conoce el contexto completo de cada persona, ni sus miedos, ni sus obligaciones fiscales, ni los matices regulatorios de cada país.
Un uso práctico, sugiere, es copiar o cargar tu estado de cuenta en una IA generativa —eliminando antes datos sensibles— para que clasifique los cargos, agrupe tus deudas y te muestre con claridad cómo se comportan tus gastos y obligaciones mes a mes.
La IA generativa se está consolida el nuevo “primer borrador” de la planeación financiera, es decir, un lugar seguro para preguntar lo que da pena, hacer cuentas rápidas y entender los básicos. El siguiente paso —decidir qué hacer con esos números y asumir las consecuencias— sigue siendo, por ahora, un trabajo humano.
















