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En una jornada marcada por la celebración cultural y el contacto con la comunidad, el rey Carlos III dejó ver su lado más sensible y humano: su pasión por el arte.

Durante la visita oficial a Bradford, ciudad nombrada como Ciudad de la Cultura del Reino Unido para 2025, el monarca, el rey Carlos III, cumplió con sus compromisos institucionales en medio de su tratamiento contra el cáncer y aprovechó para revelar lo que bien podría llamarse su "talón de Aquiles".

El Rey se rindió ante el arte: su lado más íntimo salió a la luz

Uno de los momentos más personales del recorrido fue su paso por la galería David Hockney en Cartwright Hall, un espacio dedicado al célebre artista nacido en Bradford.

Allí, el Rey observó atentamente las obras de Hockney -conocido por su estilo colorido y su capacidad para plasmar emociones cotidianas- y se detuvo frente a algunas piezas de la década de 1950, exhibidas por primera vez en una galería pública.

Aunque el Palacio no detalló las emociones del monarca, su conexión con el arte es bien conocida. El rey Carlos III ha sido durante décadas un entusiasta del dibujo y la pintura, actividades que realiza en privado como forma de meditación. Este momento en Bradford lo reflejó con claridad: el Rey, rodeado de arte y artistas, parecía en casa.

Carlos III y su vínculo con el talento joven: arte, poesía y futuro

Durante la visita, el Rey también presenció un ensayo del proyecto Sing, Dance, Leap, en el que participan estudiantes locales junto a compañías como el Royal Ballet y Northern Opera. Además, mantuvo un encuentro con jóvenes beneficiarios de The King's Trust, incluido el mago Dynamo, originario de Bradford.

Mientras tanto, la Reina visitó el Bradford Stories Bus y la casa natal de las hermanas Brontë, donde también se promovieron actividades de escritura y lectura entre escolares.

La jornada no solo reforzó el vínculo de la Corona con las artes, sino que también dejó claro que, para Carlos III, la cultura no es solo parte del protocolo: es una pasión personal. Y es ahí, en ese espacio de sensibilidad, donde el monarca mostró su costado más vulnerable y auténtico.