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Aunque solemos fijarnos en los electrodomésticos más grandes o potentes, el verdadero impacto en nuestra factura de luz depende tanto de la potencia como del tiempo de uso.

En muchos hogares, hay un aparato que, aunque parezca inofensivo, consume energía de forma constante y acumulativa. A continuación, te contamos cuál es y cómo reducir su impacto sin renunciar a su utilidad.

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¿Por qué la nevera consume tanto, aunque no parezca potente?

A primera vista, la nevera no es un electrodoméstico que impresione por su potencia: modelos eficientes consumen entre 100 y 300 kWh por año, lo que equivale aproximadamente a 30-90 vatios por hora. Sin embargo, la clave está en que funciona las 24 horas del día, los 365 días del año. Su motor se activa por ciclos para mantener la temperatura interna estable, y aunque parezca un consumo bajo comparado con el de un horno o una plancha, la suma diaria y anual se vuelve enorme.

Por eso, un frigorífico antiguo o poco eficiente puede consumir más de 600 kWh al año, equivalente a la energía que gastarían decenas de hornos eléctricos funcionando al mismo tiempo.

Cómo reducir el consumo sin renunciar a la comodidad

Reducir la factura de la luz no significa eliminar electrodomésticos imprescindibles, sino utilizarlos de manera eficiente. Algunas estrategias recomendables incluyen:

  • Actualizar los aparatos antiguos: un frigorífico eficiente moderno puede consumir hasta la mitad que un modelo antiguo.

  • Mantenimiento adecuado: limpiar filtros, revisar sellos de la nevera y evitar sobrecargar los electrodomésticos para que trabajen de forma óptima.

Pequeños cambios en los hábitos de uso pueden significar un ahorro considerable en la factura de luz, sin perder comodidad ni funcionalidad en el hogar.