En junio de 2020, cuando la pandemia de Covid-19 arrasaba en la mayoría de los países, Nueva Zelanda logró lo impensable: no registrar nuevos infectados. Eso lo catapultó a las primeras planas en todo el mundo y aunque el invicto duró poco, el país igual logró controlar el brote de coronavirus, con bajas tasas de infección y muertes.
Pero no está pudiendo con la inflación, que en el tercer trimestre se disparó al ritmo más rápido en 10 años y los analistas refuerzan las apuestas de que el banco central seguirá subiendo los tipos de interés.
La moneda subió y los rendimientos de los bonos subieron al nivel más alto en casi tres años después de que los datos mostraran que la tasa de inflación anual saltó al 4,9% desde el 3,3% en el segundo trimestre, indicó hoy Bloomberg.
Los economistas habían previsto un 4,2%. Los precios al consumo avanzaron un 2,2% respecto a los tres meses anteriores, reportó hoy en Wellington la oficina de estadísticas de Nueva Zelanda, superando la estimación media del 1,5%.
La tasa de inflación anual es la más alta desde 2011, cuando los precios se vieron impulsados por un aumento del impuesto sobre bienes y servicios a fin de 2010.
La Oficina de Estadísticas señaló que el aumento trimestral del 2,2% fue el mayor desde el cuarto trimestre de 2010. Si se excluyen los periodos afectados por el aumento del impuesto sobre bienes y servicios, fue el mayor movimiento desde 1987, agregó.
Las subidas de precios fueron generalizadas, ya que 10 de los 11 grupos principales de la cesta del índice de precios al consumo aumentaron en el trimestre.
Los principales impulsores fueron los costos relacionados con la vivienda, como la construcción de nuevas casas y las tasas de las autoridades locales, añadió la dependencia.