Los separatistas prorrusos admitieron ayer tener en su poder varios objetos que podrían ser las cajas negras del avión malayo que se estrelló el pasado jueves en este de Ucrania con 298 personas a bordo tras haber sido presuntamente alcanzado por un misil.
En la tarde de ayer, los rebeldes prorrusos cedieron a las presiones internacionales y permitieron el traslado de 196 cadáveres del avión malayo siniestrado en el este de Ucrania a una estación de tren donde aguardan en vagones frigoríficos su identificación.
En tanto Australia presentó al Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución para exigir que se dé acceso al área del siniestro del vuelo MH17 de Malasya Airlines en el este de Ucrania y se facilite una investigación internacional.
La comunidad internacional está cada vez más indignada con los rebeldes y con sus supuestos protectores del Kremlin tras la caída del avión. Según afirmó el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, Washington cree que Moscú brindó baterías de misiles a los separatistas prorrusos y las recuperó después de que una de ellos derribara el avión, según publicó la prensa estadounidense la noche del sábado.
Ucrania acusa a Rusia de ayudar a los insurgentes a destruir pruebas vitales que podrían probar su implicación en el supuesto derribo del Boeing 777 el jueves por la tarde. Lospresidentes de Francia, Alemania y el Reino Unido amenazaronn a Rusia con más sanciones. Pero Putin niega firmemente que tenga control sobre los rebeldes
Lo que sugieren las autoridades rusas es que el nuevo gobierno de Kiev lanzó el ataque para culpar a los rebeldes y convencer así a sus aliados occidentales para que le ayuden militarmente a combatirlos.
Los rebeldes, que controlan el este de Ucrania desde abril, han limitado el acceso a la zona del siniestro a los 30 observadores de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).