Poco tiempo después de perder las elecciones legislativas y al día siguiente de que un brutal atentado en Pakistán pusiera en evidencia el fiasco de la política de Estados Unidos contra los talibanes, el debilitado presidente Barack Obama sorprendió al mundo al anunciar, en paralelo con el mandatario cubano Raúl Castro, la decisión de restablecer las relaciones bilaterales, un cambio histórico que impactará fudamentalmente en el Hemisferio americano.
De todas maneras, aunque la acción de Obama ya recibió el aplauso de líderes internacionales, en el frente interno deberá enfrentar durísimas batallas. Legisladores republicanos ya adelantaron que pondrán todas las trabas posibles para impedir el fin del embargo económico.
El acuerdo -que facilitará la relación comercial entre ambos países- le viene como anillo al dedo al gobierno cubano. La economía de la isla crecerá este año apenas 1,3%, casi un punto menos de lo previsto y a esto se suma la posibilidad de perder los millonarios subsidios que recibe a cambio de servicios médicos por parte de una Venezuela golpeada por la caída de los precios del crudo
El primer gran paso ha sido dado. Lo que sigue dependerá, en gran parte, del apoyo que le den todas las naciones a esta alentadora señal de que el diálogo y la reconciliación son posibles.