Aunque no es posible establecer con precisión cuál fue exactamente el precio que Barack Obama pagó por su decepcionante desempeño en el debate de la semana pasada en Denver, es evidente que una gran porción de la ventaja que venía llevándole a Mitt Romney se evaporó y que, al presente, ambos candidatos se encaminan hacia un final cabeza a cabeza.

Las encuestas difieren en esta evaluación. El sitio RealClearPolitics.com le otorga, por primera vez, el liderazgo a Romney (aunque la diferencia es apenas del 0.7%). Otro tanto sucede en los sondeos de Gallup y el periódico Investors Business Daily, donde la ventaja de Romney es de dos puntos, pero la diferencia desaparece en la encuesta de Rasmussen.

Cuando faltan apenas 25 días para la elección, este inesperado cambio de circunstancias llena de esperanzas a los republicanos y les quita el sueño a los demócratas.

Lo que Obama no logró hacer frente a las cámaras lo están haciendo, en cierta medida, los indicadores, que pintan un favorable panorama en los niveles de desempleo y una leve tendencia hacia la recuperación económica. Y aunque Romney logró proyectar una imagen de seguridad y autoridad en el debate, sus constantes vaivenes doctrinarios y las falacias de muchas de sus afirmaciones siguen siendo factores de peso en la percepción que de él tiene el electorado independiente.

Obama aún tiene dos oportunidades de enmendarse: el 16 y el 22 de octubre. El segundo de los debates tendrá por escenario la Universidad de Hofstra, en Hempstead, estado de Nueva York y será moderado por Candy Crowley, corresponsal política de la CNN. El formato será el de un town meeting (mitín popular), donde un grupo de ciudadanos independientes seleccionados por la empresa Gallup , formulará preguntas sobre política exterior a los candidatos, que tendrán dos minutos cada uno para responder.

Este no es un formato que beneficie particularmente a Obama aunque el hecho de tratarse de temas de política exterior lo favorece, visto y considerando que Romney ha demostrado muy poca solidez en este terreno.

El último debate será en la Lynn University de Boca Ratón, Florida, conducido por el periodista Bob Schieffer, de la cadena CBS. El formato será idéntico al del primer debate, aunque el cuestionario estará limitado a temas de política exterior.

La presunta ventaja que Romney ha obtenido en los días que siguieron al debate de Denver, si bien importante, debe leerse con un grano de sal. Las elecciones en los Estados Unidos son indirectas, es decir, que la decisión final recae sobre los 538 miembros del Colegio Electoral.

Cada estado recibe un número de electores equivalente a la suma de representantes y senadores que tiene en el Congreso. Así, por ejemplo, California dispone de 55 electores, Texas 38, Nueva York 29, Florida 29, Illinois 20 y Pennsylvania 20.

Los siete estados más peque

ños - Alaska, Delaware, Montana, Dakota del Sur, Dakota del Norte, Vermont y Wyoming - reciben 3 electores cada uno, lo mismo que el Distrito Federal de Washington.

De allí que se den situaciones, como la que se produjo durante las elecciones del 2000, donde Al Gore obtuvo medio millón de votos más que George W. Bush, pero el Colegio Electoral, dominado por los republicanos a raíz del disputado resultado electoral en la Florida, le concedió el triunfo a Bush.

En estos momentos, según el mapa electoral elaborado por el New York Times, Obama lleva la delantera en número de electores, 237 contra 191, con 110 electores provenientes de los estados indecisos (swing states) en juego. Esto significa que Obama necesita capturar 33 electores para asegurarse la elección, mientras que Romney necesita 79.

De allí, una vez más, la importancia de la Florida, con sus 29 electores y Ohio, con 18. Ambos son swing status, con la particularidad de que ningún republicano ha obtenido jamás la presidencia sin Ohio, al tiempo que el resultado en Ohio ha reflejado el resultado general desde 1962.

Si Romney necesita 79 electores más para ganar la presidencia, no puede prescindir de la Florida, a menos que gane en todos los restantes estados indecisos (Nevada, Colorado, Wisconsin, Iowa, Ohio, Virginia, New Hampshire y Carolina del Norte) lo que le sumaría un total de 81 electores.

A Obama, en cambio, le basta con ganar en la Florida y cualquier otro de los swing states para asegurarse la victoria.