La clase emprendedora e innovadora que interactúa con el mundo es un capital preciado por cualquier país. La Argentina no es la excepción. Llevar adelante un start up es la posibilidad de concretar una experiencia, nacida quizás a partir de una simple idea -por más absurda que suene, que con empeño y determinación desembocará en un gran proyecto. Ocurre en todos los ámbitos, en la arquitectura, el diseño industrial y el comercio. Sin embargo, en Internet y en la industria local de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs) los casos son multitud. La Federación Argentina de Jóvenes Empresarios (Fedaje), entidad que depende de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), reúne a cerca de 7.000 jóvenes empresarios. El 35% de ellos es parte de algún emprendimiento del rubro TIC.
No hay condiciones únicas para ser un emprendedor sino que lo que se necesita, principalmente, es saber utilizar las herramientas que hoy están disponibles, que en materia de desarrollo emprendedor son pocas. “A la falta de créditos y estímulos bancarios, lo que se necesita es ser ingenioso , agrega a IT Business Nicolás Morelli, secretario General de Fedaje.
En el interior del país se destacan las empresas jóvenes que ofrecen servicios, que van desde la impresión on demand hasta el desarrollo de sistemas de gestión (ERP o CRM). “Mayormente son comercios y empresas de servicios, ya que representan negocios con bajo capital de start up y el producto se comercializa solo o se diseña una vez comprado el servicio , indica Morelli.
No obstante, la cultura empresaria no nace sola, tampoco en la Argentina post crisis. Muchas veces el empujón para encarar un start up viene de la universidad. El sistema educativo suele ser un buen disparador de ideas. Luego está la innovación que surge de la experiencia de la prepotencia, es decir lanzarse a crear un proyecto por pura pasión.
Uno que abrío el camino pero que no para de cultivar la imagen del self made man es Martín Varsavsky. En 20 años puso en marcha siete empresas. Fundador de compañías como la telefónica Jazztel y Fon, en la Argentina fue conocido por aportar u$s 1 millón para el portal Educ.ar, en tiempos de Fernando de la Rúa.
Varsavsky personifica la tendencia que resulta de las estadísticas del Global Enterpreneurship: los países de América latina están entre los más emprendedores del mundo. La región tiene una tasa de actividad emprendedora (TEA) promedio del 17,3 por ciento.
Los más emprendedores
El nivel de actividad varía del 12,2% en Uruguay a un 25,9% en Perú, un 22,7% en Colombia y un 20,2% en Venezuela. Por su parte, Argentina, Brasil y Chile registran un 14,4%, 12,7% y 13,4%, respectivamente. En el país, el índice total de la actividad emprendedora inicial (empresas nacientes y nuevas) para el año pasado fue del 14,4%. Contra 2006, aumentó un 10,24% y ubicó a la Argentina entre los 10 países más activos en la materia.
La empresa Popego figura entre las muestras más novedosas de esta tendencia. Nació como una simple idea de dos amigos: Santiago Siri y Emiliano Kargieman. A partir de una serie de reuniones, focalizaron en crear una herramienta que genera perfiles con los intereses de sus usuarios de forma automática. Iniciaron una investigación de mercado, seguida del armado de un equipo de desarrollo, algo que fue posible gracias a los socios que tenían en Zauber Software, otro emprendimiento. Hoy, en Popego analizan toda la información on line disponible de los internautas registrados en el sitio de la empresa.
“El principal hito de Popego como start up es poder demostrar que se puede ser innovadores y meterse en las grandes ligas. Tradicionalmente, en la Argentina han existido los casos de que importan un modelo made in USA para implementarlo en el mercado América latina. Y, por el otro lado, están los estudios de desarrollo que hacen diferentes consultorías a grandes empresas. Creemos que tenemos el talento para estar a la vanguardia, y queremos demostrar que es posible tomar una nueva dirección donde haya compañías que apuesten a la innovación , asegura a IT Business Santiago Siri, director del emprendimiento, que fue considerado como uno de las 50 mejores del mundo por Tech Crunch 50, un concurso que se organiza en Silicon Valley.
La financiación
Muchas de estas iniciativas dependen de los llamados “inversores ángeles . Se trata de empresarios que apuestan de forma individual y con montos menores -entre uno y dos millones- a capitalizar iniciativas. Tienden así a representar la primera etapa de capitalización. Un ejemplo es el club de inversores ángeles del IAE que nuclea a 90 financistas.
En el otro extremo se ubican los fondos de inversión tradicionales. Mientras que en 2001 se contaban cerca de 40, hoy, existe la tendencia a la concentración del capital de riesgo. Según la Fundación Endeavor estos venture capital (por su nombre en inglés) suman hoy - u$s 100 millones- dispuestos a invertir en iniciativas TIC.
Se suma el ámbito académico. Para muchos es la cuna para las incubadoras de empresas y el semillero para los emprendimientos de la joven camada de empresarios, como lo es Pablo Di Giulio. El estudiante de 23 años cursa el sexto año de la carrera de ingeniería electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de San Francisco, en Córdoba, y presentó un concentrador solar por fibras ópticas para un concurso de la empresa Freescale Semiconductor. El proyecto que permite utilizar la energía solar para iluminar el interior de una vivienda, se convirtió así en su primer oportunidad comercial que refleja el éxito de la jóven camada de jóvenes empresarios techie.
Como siempre, lo principal es la idea. Según la experiencia de Martín Varsavsky, que suele presentar charlas sobre el tema alrededor del mundo, los mejores proyectos surgen al detectar fallas en los servicios ofrecidos a los consumidores. Varsavsky recomienda buscar entre las “estupideces del mercado para crear compañías nuevas e innovadoras. En su caso, fueron las fallas de Telefónica, que llevaron a este argentino a crear Jazztel, que luego se convertiría en la tercera telefónica de España. “Detrás de las estupideces existentes se encuentran las grandes oportunidades , cierra.
