En un movimiento que sacudió tanto a Silicon Valley como al tablero geopolítico, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó el miércoles un ambicioso plan nacional para que su país domine la carrera tecnológica en inteligencia artificial (IA). "Estados Unidos tendrá como política hacer lo que sea necesario para liderar el mundo en inteligencia artificial", afirmó el mandatario al revelar la iniciativa.
La estrategia, denominada "Plan de Acción de IA", fue elaborada junto a influyentes empresarios del sector tecnológico y responde a la creciente rivalidad con China, que en los últimos años demostró avances significativos en el desarrollo y aplicación de sistemas de IA. Trump hizo explícita su voluntad de retirar barreras y acelerar la innovación: "Vamos a retirar todas las restricciones posibles para que nuestros innovadores desarrollen la inteligencia artificial más avanzada y sin ataduras en todo el mundo", sentenció, dejando clara la orientación desregulatoria.
El corazón del plan
El denominado "Plan de Acción de IA" de Trump se apoya en tres ejes clave. El primero es acelerar la innovación, fomentando la investigación y colaboración entre universidades, empresas tecnológicas y sector público. Le sigue construir infraestructura nacional, que implica la creación de centros de datos con inversiones millonarias en energía e infraestructura, requisito indispensable para la expansión de la IA a gran escala. Por último, se proyecta exportar tecnología y software estadounidense a países aliados, como los de Europa, para contrarrestar la difusión global de la tecnología china.
A diferencia de la administración anterior, que priorizaba una regulación estricta de los riesgos asociados a la IA, la nueva política apuesta por una drástica reducción de limitaciones estatales y ambientales para el desarrollo de sistemas inteligentes, una decisión celebrada por la industria tecnológica, siempre ávida de un mayor margen operativo. "No podemos frenar (a la IA) con reglas tontas, incluso con reglas estúpidas", aseguró Trump.
Guerra fría tecnológica
La carrera entre Estados Unidos y China para liderar la inteligencia artificial es una de las competencias estratégicas más trascendentes del siglo XXI. Mientras que Estados Unidos cuenta con una sólida base de centros de datos y gigantes globales como OpenAI, Google y Microsoft, China mostró avances como DeepSeek y una rápida adopción en sectores clave como el comercio digital, la manufactura y el área militar.
Trump no ocultó el objetivo geopolítico detrás de su plan: "Esta es una carrera global y no permitiremos que China nos iguale o nos supere. La supremacía de la IA garantiza la seguridad y el crecimiento económico de nuestra nación", reiteró, remarcando que Washington se encuentra en una "competencia global para asegurar el dominio tecnológico".
La estrategia estadounidense también prevé la flexibilización de las exportaciones de chips y tecnología, así como el ataque a lo que Trump denomina "sesgo ideológico" en los algoritmos, asegurando que el desarrollo nacional de la IA sea "objetivo y carente de sesgos políticos de ningún tipo". Además, se menciona la creación de alianzas público-privadas y la canalización de inversiones por más de u$s 500.000 millones.
Advertencias sobre la IA
Expertos advierten que, aunque Estados Unidos lleva hoy una ventaja en innovación, la batalla se extenderá y se jugará en la capacidad de ambos países para utilizar la inteligencia artificial en la vida cotidiana, la economía y la defensa.
Sin embargo, la falta de regulación ha encendido alarmas. Analistas de seguridad y voces del propio sector tecnológico sostienen que "una IA sin límites" puede traer riesgos tanto para la privacidad como para la estabilidad geopolítica, en especial si se desdibujan los controles sobre el uso militar y la protección de datos.
