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A orillas del Lago Aluminé y muy cerca de la Cordillera de los Andes, la villa de Villa Pehuenia (provincia de Neuquén) se revela como un destino auténtico y poco masificado: apenas unos 1.500 habitantes permanentes, montañas que reflejan en aguas espejo y un bosque que parece sacado de otra época.

En este rincón patagónico, viajar significa respirar silencio, caminar árboles centenarios y observar la naturaleza en su forma más pura. Los visitantes encuentran allí más que paisajes: encuentran un refugio de tranquilidad donde los grandes centros turísticos no dominan.

Dónde queda este rincón patagónico

Desde la ruta nacional 40, tras un trayecto de cerca de 300 km al noroeste de la capital provincial, el viajero desemboca en un escenario donde las araucarias, conocidas también como “pehuén”, dominan el paisaje. Algunos ejemplares superan los mil años de vida, símbolo vivo de un bosque que persiste en la Patagonia.

Además del bosque, Villa Pehuenia está rodeada de lagos cristalinos (Aluminé y Moquehue) y montañas que permiten actividades como senderismo, mountain bike, cabalgatas y fotografía. Cada estación del año pinta el lugar de un modo distinto: el verano invita al agua, el invierno al abrigo entre pinos y la primavera al estallido floral.

La dimensión íntima del destino, una pequeña villa turística, fundada en 1989, con alrededor de 1.200 metros sobre el nivel del mar, permite un turismo más personalizado y respetuoso.

Para proteger el bosque de araucarias, se llevan adelante iniciativas de conservación que involucran a comunidades locales y científicos, evitando la masificación y preservando la riqueza natural.

Ideal para una escapada distinta

Si buscás una salida del ruido urbano, un lugar donde dormir con el murmullo del lago o despertarte árboles centenarios, este destino es para vos.

La propuesta de Villa Pehuenia propone desconectarse y conectar con lo auténtico. Allí no se trata de “hacer turismo” en el sentido convencional, sino de entregarse al paisaje, caminar lento y dejar que el entorno ponga el ritmo.