En los momentos finales de la vida, muchas personas desarrollan lo que se conoce médicamente como "estertor de muerte" o secreciones respiratorias terminales. Un sonido que muchas personas confunden con ronquidos, pero que es importante poder reconocer para prepararse para el desenlace.
Este sonido ocurre cuando los mecanismos de deglución se debilitan y permiten que la saliva y las secreciones bronquiales se acumulen en la parte posterior de la garganta y la parte superior del pecho.
Este estertor no es un singular azar postmortem, sino un signo clínico presente en aproximadamente un tercio de los casos de defunción en entornos hospitalarios, especialmente en los últimos días o incluso horas de vida. ¿Cómo es su sonido?
¿Cómo se manifiesta el sonido de la muerte?
El estertor frecuentemente se describe como un sonido gorgoteante o crepitante que acompaña a la respiración agónica. Algunas veces se confunde con una especie de "ronquido" o "gemido", aunque su origen es totalmente distinto: las burbujas de fluidos atrapados en las vías aéreas al pasar el aire.
Estas señales auditivas suelen manifestarse en las últimas 24 a 48 horas de vida, cuando el organismo empieza a desconectarse progresivamente, el reflejo deglutorio falla y no se incrementan los volúmenes de líquidos.
Cuáles son las diferencias con otras formas de respiración final
Aunque el estertor guarda relación con la respiración agónica, no son equivalentes. La respiración agónica presenta patrones irregulares, con respiraciones profundas y pausas prolongadas, frecuentemente preludio de un paro cardiorrespiratorio.
La principal diferencia radica los siguientes aspectos:
- Respiración agónica,
- irregularidad en el ritmo,
- el esfuerzo respiratorio predominan.
Mientras que en el estertor, es el sonido húmedo lo que se vuelve predominante debido a las secreciones acumuladas.
Estertor de la muerte: ¿cuándo ocurre y qué duración tiene?
Los indicios del estertor pueden aparecer entre dos o tres días antes del óbito, aunque con mayor frecuencia se hace evidente en las últimas 24 horas del ciclo vital. En pacientes ingresados, el sonido a menudo precede al fallecimiento por varias horas, mientras que en cuidados paliativos domiciliarios la duración puede extenderse hasta 25horas en promedio.
Es relevante señalar que este sonido no es doloroso ni genera malestar en la persona que lo emite. Es observado casi exclusivamente por quienes acompañan, dado que el enfermo habitualmente está inconsciente o muy sedado.
Intervenciones médicas y cuidados paliativos
Aunque el estertor es un fenómeno natural de la agonía, su intensidad puede aumentar la ansiedad de los familiares. Por ello, los equipos de cuidados paliativos emplean diversas estrategias para mitigar el sonido:
Cambio de posición: acostar al paciente de costado para que las secreciones se redistribuyan y no obstruyan tanto las vías respiratorias.
Reducción de fluidos intravenosos: minimizar el aporte de líquidos que puedan exacerbar la acumulación.
Uso de medicamentos anticolinérgicos como glicopirronio, escopolamina o atropina, que reducen la producción de secreciones.
Estas medidas buscan aliviar el impacto para los acompañantes sin causar sufrimiento al paciente.
El sonido y la presencia emocional
Más allá de su explicación clínica, el estertor tiene un fuerte componente emocional. La aparente "irracionalidad" del sonido -mezcla de gárgaras, gemidos y ronquidos- puede reforzar la percepción de agonía, incluso cuando el paciente permanece en calma.
Para la comunidad médica y familiar, reconocer el estertor como parte del proceso de morirse resulta esencial. No solo para asumir la dimensión clínica del desenlace, sino también para preparar emocionalmente a quienes conviven estas últimas horas en compañía del paciente.
El estertor es un fenómeno clínico bien documentado y relativamente común en los momentos previos al fallecimiento. Es fundamental su reconocimiento y el empleo de estrategias paliativas que faciliten su gestión con respeto y humanidad.