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Un estudio liderado el Instituto de Investigación de Medicina Interna del Hospital Universitario de Oslo, Noruega, y publicado en la revista de divulgación científica "Journal of Internal Medicine" en febrero, alertó por el desarrollo de la "disfunción respiratoria persiste" en aquellas personas que padecieron de coronavirus (COVID) en una etapa grave, con la posterior alteración en la microbiota intestinal.
"Aunque la enfermedad por coronavirus (COVID-19) es principalmente una infección respiratoria, la creciente evidencia sugiere que el tracto gastrointestinal (GI) está involucrado en la sintomatología, con la disfunción de la barrera intestinal y las alteraciones de la microbiota intestinal relacionadas con la gravedad", señala el informe.
Cómo ataca el COVID al intestino
La investigación, que se sometió a una revisión completa de sus pares, halló los resultados a partir de la recolección de plasma durante el ingreso hospitalario y después de tres meses por medio del ensayo NOR-Solidarity (n = 181). Fue allí donde se procedió entonces a "buscar marcadores de disfunción e inflamación de la barrera intestinal".
"A los tres meses de seguimiento, se evaluó la función pulmonar midiendo la capacidad de difusión de monóxido de carbono (DLCO) de los pulmones. Se recolectaron así hisopos rectales para análisis de microbiota intestinal (n = 97) y se analizaron mediante secuenciación del gen 16S rRNA", explica el paper de acceso público.
Las conclusiones detalladas en el artículo de 28 páginas, evidenciaron cómo la diversidad de microbiota buena se redujo en pacientes con COVID-19 con disfunción respiratoria, (definida como DLCO) por debajo del límite inferior de la normalidad, tres meses después de la hospitalización.
"Estos pacientes también tenían una composición de microbiota intestinal global alterada, con una abundancia relativa reducida de 20 taxones bacterianos y una mayor abundancia de cinco taxones, incluida Veillonella, potencialmente relacionada con la fibrosis", apunta el texto.
Además, las personas que desarrollaron COVID de gravedad, durante la hospitalización, mostraron niveles plasmáticos elevados de proteína fijadora de lipopolisacáridos (LBP), que, según indicaron, "se asociaron fuertemente con insuficiencia respiratoria, definida como pO2/fiO2- (P/Fracción) <26,6 kPa".
"Los niveles de LBP permanecieron elevados durante y después de la hospitalización y se asociaron con inflamación de bajo grado y disfunción respiratoria después de tres meses. Conclusión: la disfunción respiratoria después de COVID-19 se asocia con microbiota intestinal alterada y niveles de LBP persistentemente elevados", sentencia el estudio.
Desde la institución noruega instaron a "considerar los resultados generadores" a modo de hipótesis, para así "apuntar a un posible eje intestino-pulmón que debe investigarse más a fondo en relación con la disfunción pulmonar a largo plazo y la COVID prolongada".