Unos cuantos tractores alisan el camino de arena que corre a lo largo del campo de juego y aún hay mucho por hacer en las cocinas y en los salones vips, pero el estadio de 94.700 butacas que será sede de la final del Mundial del próximo año está casi listo.

Se levantó el Soccer City en tres años -casi uno y medio más rápido que la reconstrucción del estadio de Wembley en Londres-, lo que es un buen signo del estado de preparación de Sudáfrica.

"Se preguntó mucho si Sudáfrica estaba lista para ser anfitriona de un suceso mundial de esta magnitud -dice Roger Jardine, quien es el director ejecutivo del Aveng Group, la empresa que administró el proyecto-. Pero si se lo toma de ejemplo, el mundo no tiene nada de que preocuparse. Muestra qué es lo que puede hacer Sudáfrica".

Con forma de una inmensa güira o olla de cazuela, el Soccer City es el lugar por antonomasia. Se erige, majestuoso, entre las antiguas zonas basureras del sector minero en Soweto, que es el municipio negro situado al sur de Johannesburgo. Pero cinco estadios nuevos o remodelados ya son sedes para los partidos, o bien se está muy cerca de finalizar su construcción.

Sudáfrica también realiza rápidos progresos en levantar una cantidad de otras edificaciones, ya que la construcción, estimulada por un programa de inversión pública de ZAR 4.000 millones (unos 530 millones de dólares), avanza con celeridad. Se destinó poco más de un tercio de los fondos hacia el transporte. En la actualidad, se construyen nuevos caminos y se espera que, en junio próximo, haya servicios de ómnibus rápidos que operen parcialmente en Johannesburgo, Cape Town y Port Elizabeth. Se modernizan los puertos y aeropuertos.

El torneo también estimula la inversión privada: más de dos docenas de hoteles en construcción y una serie de campos de entrenamiento preparados para recibir a los treinta y dos equipos participantes.

Sudáfrica también invierte en seguridad. Con un presupuesto con mejoras significativas, la policía podrá desplegar 41.000 oficiales más para la seguridad del torneo, lo que incluye 700 uniformados en cada estadio durante las fechas de partido.

El gobierno vigila de cerca todos estos planes, gracias a un comité intraministerial liderado por Kgalema Motlanthe, el vicepresidente (de Sudáfrica). El comité se reúne una vez por mes para analizar los progresos y ordenar acciones cuando sea necesario. "Estamos seguros de seguimos la senda correcta -indica Motlanthe -. Debemos asegurarnos de estar listos ante el más mínimo detalle".

Aun más, para demostrar su capacidad organizativa el gobierno puede mencionar los tres grandes sucesos deportivos, sin incidentes, que tuvieron lugar este año: la Copa de las Confederaciones, que es un torneo de fútbol que organiza la FIFA con el fin específico de ensayar para el suceso del año entrante; la Liga Premier de la India, la competencia internacional de cricket -sumamente de moda-; y el tour de la selección de rugby British Lions. Todos ellos tuvieron lugar en el curso de tres meses, durante los cuales Sudáfrica también organizó su selección nacional.

Los altos índices de delito significan que, en el ámbito internacional, aún hay muchas percepciones negativas. Los diarios locales cubrieron ampliamente los informes que se referían a ser presas del temor, a estar confinados al hotel, a la visita a los equipos internacionales o al consejo que se le dio a la selección alemana de fútbol: los que se aventuraran a las calles de la ciudad deberían ponerse un chaleco antibalas.

Sudáfrica todavía encuentra dificultades para controlar con eficacia el día a día; en parte se debe a que los índices de detección son muy bajos. Pero los especialistas en seguridad afirman que a partir 1994, cuando el partido Congreso Nacional Africano subió al poder, su récord en el manejo de sucesos excepcionales ha sido muy bueno, desde grandes conferencias y elecciones hasta competencias deportivas.

Sin embargo, los organizadores se enfrentan a graves retos en dos áreas: el alojamiento y el transporte de los aficionados del exterior. Se espera que unas 480.000 personas lleguen a Sudáfrica durante el Mundial y cerca de 200.000 estén en el país al mismo tiempo, con lo que habrá escasez de habitaciones de hoteles, en especial, lugares pequeños como Polokwane y Nelspruit.

Hasta en las ciudades, el transporte podría ser un problema, principalmente, por las fallas de las redes de transporte público. Durante la Copa Confederaciones, muchos aficionados llegaron para ver los partidos en ómnibus que trabajaban para el sistema de trasbordo a transporte público (park-and-ride) diseñado especialmente para los estacionamientos. Sin embargo, el sistema era engorroso y demandaba mucho tiempo, lo que causaba que muchos espectadores tuvieran que esperar formados en filas largas, que avanzaban con mucha lentitud.

Llevar a los aficionados a los partidos del Mundial podría constituir un problema logístico aun mayor, en especial, desde que los equipos jugarán en tres lugares diferentes durante la primera etapa del campeonato.

La extensión territorial de Sudáfrica significa que la mayoría de los trayectos se hará por aire, con vuelos programados todo el día que lleven y traigan gran cantidad de aficionados. En algunos deportes, los aficionados viajan en grupos de hasta 60.000 personas, por lo que los analistas temen que se generen, en consecuencia, congestiones y embotellamientos. "Hasta ahora nadie ha podido dilucidar cómo manejarlo -dice Gillian Saunders, presidente de servicios de asesoría especializada de Grant Thornton en Johannesburgo, que es un grupo de consultoría y auditoría-. No hay duda de que este será nuestro reto más grande".

Otra clase de discusión se cierne en torno a un nuevo problema: los beneficios a largo plazo que recibirá Sudáfrica por ser sede del Mundial. Ciertamente, la actividad que hay en la industria de la construcción, que es uno de los sectores que muestra crecimiento constante este año, contribuyó a atenuar el impacto de lo que hubiera sido una recesión mucho más grave.

Dado que la demanda de exportación de minerales está deprimida, la economía sudafricana se contrajo durante la primera mitad de este año, pero hace poco se publicaron unas cifras que demuestran un crecimiento moderado en el tercer trimestre. Motlanthe piensa que el Mundial es una de las razones. "Este fue nuestro estímulo (fiscal). Fue una verdadera bendición, nuestro pueblo lo ha valorado".

Los críticos ridiculizaron la cortedad del plazo de muchos puestos de trabajo creados y temen que algunos de los estadios, en especial si no se los administra correctamente, se conviertan en monumentos costosos e inútiles. Al mismo tiempo, preocupa que los pobres de Sudáfrica puedan, en verdad, obtener algunas ganancias. "No beneficiará a quien viva en un municipio y gane ZAR 3.000 por mes (unos u$s 400)", afirma Udesh Pillay, del Consejo de Investigación en Ciencias Humanas que tiene sede en Pretoria.

Pero Motlanthe indica que se realizan esfuerzos para aprovechar correctamente las nuevas edificaciones. Confía en que muchos de los trabajadores de la construcción, que el país capacitó en forma reciente, se puedan reinsertar tras el campeonato para hacer caminos rurales y edificar infraestructura, pues el gobierno planifica realizar grandes inversiones, en parte, con el fin de detener el flujo hacia las ciudades de emigrantes ávidos de ocupación laboral.

Mientras tanto, durante el torneo los consumos que realicen los aficionados generarán un impulso extra. Saunders estima que los turistas pueden gastar tanto como ZAR 8.500 millones, con lo que se generan ingresos para hoteles y restaurantes durante los meses del invierno en el hemisferio sur, que habitualmente tienen poca actividad. Los economistas de los bancos estiman que, con todo, el campeonato sumará entre un 0,3% y un 0,7% al PBI del año próximo, y por lo menos, contribuirá a reforzar la esperada recuperación económica.

Pero Saunders sugiere que hay razones para ser más optimista.

Y a largo plazo, un campeonato victorioso podría traer incluso más beneficios. Habiendo perfeccionado sus habilidades en casa, Aveng y otras grandes constructoras ya están evaluando oportunidades en el Brasil, al que se seleccionó para organizar el próximo Mundial en 2014 y, dos años más tarde, los Juegos Olímpicos. Saunders sostiene que el campeonato ofrece la oportunidad incomparable de aparecer en los medios gratuitamente, lo que promocionará el perfil de Sudáfrica en nuevos mercados.

O bien, como lo expone Motlanthe: "Sudáfrica anda (andará) de boca en boca. Lo único que podrán hacer los inversores será prestar atención. El Mundial es el suceso más grande (en su tipo) del globo. No hay nada que pueda igualarlo".

Traducción: MaríaEugenia García Mauro