Cuando hace 18 meses aparecieron los primeros indicios de que el boom del sector inmobiliario en España estaba alcanzando su punto máximo, cundió poco el pánico.
Los políticos y economistas opinan que un menor crecimiento de la inversión y creación de empleo en el sector se vería compensada por el avance en el desarrollo de infraestructura, de las industrias exportadoras, lo que llevaría a un modelo económico más equilibrado.
Sin embargo, ese análisis tuvo lugar antes de fines de abril, cuando los problemas de una desarrolladora inmobiliaria provocaron fuertes caídas en la Bolsa de Madrid y llevaron a los bancos a elevar el precio de las primas de riesgo para cualquier compañía española expuesta al sector. Apenas hubo tiempo para ajustarse a esta nueva realidad, cuando golpeó la crisis del crédito en agosto. Ahora, con la recuperación de sus socios comerciales europeos amenazada por la debilidad del dólar y el malestar de la economía estadounidense, los observadores se ven obligados una vez más a ajustar sus previsiones para el año que viene. En el mejor de los casos, se prevé que la economía española crecerá 2,8% el año próximo, frente al 3,7% de 2007 y a la estimación anterior del 3,3%. Será la primera vez desde 2002 que la expansión no superará el 3%.
Los españoles que tienen que hacer frente a una hipoteca han comenzado a preocuparse por el valor de sus propiedades, y están archivando los planes de compra de una segunda vivienda.