

Pese a una producción petrolera que viene en caída libre desde hace siete años, a una oferta de gas que, por primera vez desde la devaluación, también se anotó una merma en el primer semestre de 2005, a la reducción de las reservas de petróleo y de gas –que hoy alcanzan para cubrir un horizonte de diez a doce años– y a un sector de la generación eléctrica que no suma una decisión de inversión genuina desde 1998, la Argentina sigue siendo el país con los precios y tarifas de los productos energéticos más baratos, teniendo en cuenta los valores que rigen en otros mercados de la región, Europa y Estados Unidos.
Según un estudio comparado de precios de los productos energéticos, elaborado por el Instituto Argentino de la Energía General Mosconi, que preside Jorge Lapeña, ex secretario de Energía y titular de Lapeña y Asociados, el precio que hoy pagan los argentinos por un litro de nafta súper en los surtidores locales, con impuestos (u$s 0,65) es entre 45% y 60% más barato que los que se abonan en Brasil (u$s 0,91), Chile (u$s 0,95), España (u$s 1,23), Francia (u$s 1,48), Inglaterra (u$s 1,57) u Holanda (u$s 1,69).
Ese escenario de precios bajos no abarca sólo a la nafta. El informe muestra que, en promedio, en abril de este año el precio del gas natural en boca de pozo que cobraron las petroleras locales fue de u$s 1,10 por millón de BTU (la unidad de comercialización), un 85,5% menos que los u$s 7,60 a los que cotizó el fluido en EE.UU.
Lo mismo ocurre con la electricidad: para julio, el precio mayorista en el mercado local –el que cobran los generadores– fue de u$s 27,49 el Megawatt/hora (MWh), casi 60% menos que los u$s 65 de Chile y los u$s 68 de Estados Unidos.
Y la asimetría se hace más fuerte si se comparan las tarifas de la energía eléctrica que pagan los usuarios residenciales. En ese caso, un hogar argentino abona u$s 21,58 el MWh, cinco veces menos que los u$s 112,72 que paga un usuario de Brasil.
Falta de señales
“La sola comparación muestra que algo no anda bien en el sector energético argentino , dice Lapeña. Por las dudas, el consultor –que integra la lista de candidatos a diputados del radicalismo porteño– deslinda intencionalidades en la difusión del informe. “No hicimos el trabajo por encargo, y el mercado sabe que, como instituto, venimos monitoreando el sector desde hace años , responde.
Lapeña concuerda con la decisión de Economía de aplicar retenciones móviles a la exportación de crudo. “Fue una política correcta para contener el precio de los combustibles en el mercado interno, frente a situaciones anómalas del mercado internacional , apunta. Pero, de igual modo, advierte que la ausencia de señales de precios que alienten inversiones genuinas encienden luces amarillas en negocios como el de la generación eléctrica. “La actividad depende casi exclusivamente de los privados, y estos precios son tan bajos que no remuneran ninguna inversión .
El ex funcionario va más lejos: “Resulta temerario que un ministro insista con que existe un plan energético, porque el país, claramente, no lo tiene. Hasta ahora, el Gobierno sólo anunció la expansión de gasoductos y el tendido de líneas de transmisión eléctrica. Pero esas líneas no generan la energía que requiere un país cuya demanda crece entre 6% y 7% al año .
Daniel Montamat, también ex secretario de Energía y titular de Montamat & Asociados, opina que “la Argentina pasó del autismo cambiario al autismo energético. Estos precios altos del resto de los países no hacen más que reflejar la suba internacional del crudo, trasladándola a los otros precios energéticos. Cuando el petróleo es caro, toda la energía lo es, porque el balance de la energía mundial sigue cerrando contra el crudo y sus derivados. Eso pasa en todos lados, menos en la Argentina .
Para el consultor, la consecuencia del retraso de los precios energéticos locales “es pan para hoy y hambre para mañana. Con estos valores, lo que se logra es que se difieran las inversiones que hacen falta para reponer reservas , asegura.
Pero no es el único freno: “Este escenario también inhabilita la adopción de tecnologías que permitirían sumar fuentes alternativas de energía, para diversificar la matriz energética del país. Estos precios nos hacen cada vez más dependientes del gas y el petróleo, cuando la producción de crudo está en baja, y la de gas muestra señales de amesetamiento
El consultor apunta que los precios atrasados también desalientan proyectos hidroeléctricos, que requieren de fuertes inversiones. “Cuando en energía se ignoran esas señales de precio, y se adoptan reglas de juego en función de necesidades políticas, la energía pasa a ser un rehén de ese cortoplacismo y un problema para el crecimiento económico sostenido, que debe ser el objetivo número uno de una estrategia de desarrollo para el país .










