

Clermont Ferrand parece un lugar algo remoto. Aunque esta ciudad provincial francesa ubicada en Auvernia fue alguna vez la mayor metrópolis de la Galia romana, hoy es una de las pocas capitales regionales que no tienen un tren de alta velocidad que la una con París. Sin embargo, por alejada que pueda parecer, esta ciudad de 141.000 almas ha dejado su marca global como el hogar de Michelin, la compañía fabricante de neumáticos más grande del mundo.
Fue aquí que los hermanos Michelin inventaron, hace 120 años, la primera llanta neumática desmontable del mundo, y después imaginaron la Guía Roja, que se ha convertido en una indispensable compañera de viaje global.
Cinco generaciones más tarde, Michelin todavía sigue vinculada a su familia fundadora y a la ciudad de Clermont Ferrand. Pero en los últimos años la presencia familiar ha comenzado a disminuir, tanto en la ciudad como en la compañía. Aunque con frecuencia se dice que el grupo está controlado por la familia –principalmente debido a una estructura societaria especial que hace que sus altos gerentes sean responsables por las deudas de la firma–, hoy en día los descendientes de Edouard y André son dueños de menos de 10% de las acciones.
Además, la inesperada muerte, tres años atrás, de su socio gerente Edouard Michelin, que tenía 42 años, ha dejado a la compañía sin ningún miembro de la familia directa al timón, por segunda vez en su historia.
De todos modos, la cultura familiar y el peso que la historia de la compañía tiene en Clermont Ferrand siguen siendo factores poderosos. Michel Rollier, el primo que fue nombrado socio gerente general tras la muerte de Edouard, sostiene que esto contribuyó a que la firma pudiera sobrevivir a una de las peores declinaciones económicas que se recuerdan. “Hay un gran sentido de solidaridad entre la fuerza de trabajo. Tuvimos que tomar decisiones difíciles y nadie las discutió , señaló Rollier.
En la actualidad, Michelin parece tener resultados bastante buenos si se los compara con los de sus pares. Según Gaetan Toulemonde, analista del área de automóviles de Deutsche Bank, Michelin es el único grupo en los rankings europeos del sector cuyas acciones todavía se negocian por encima de los niveles que tenían en 2001.
Pese a que sus márgenes de ganancias han quedado muy afectados por el bajón, Michelin ofrece regularmente mejores retornos que la japonesa Bridgestone, la firma rival con la que compite cabeza a cabeza, o que la número tres del mundo: Goodyear. En cuanto a sus competidoras europeas, Michelin puede estar rezagada en lo que refiere a márgenes de ganancias, pero no tiene la carga de deudas de Continental, ni está limitada a un nicho de mercado, como Pirelli.
También ha podido aumentar considerablemente sus precios, lo que la ayudó a compensar el derrumbe de los volúmenes y los picos en los costos de la materia prima.
Aunque el 2008 fue espantoso –con tres advertencias sobre ganancias sucesivas a medida que el mercado iba desapareciendo– y las cifras de 2009 mostrarán aún una mayor caída, se espera que Michelin sea una de las grandes beneficiadas por la recuperación de este año.
El desempeño del grupo ha sido notado por los inversores en bonos, que se sienten más seguros si perciben que una compañía está impulsada por valores familiares de larga data. “Tiene un enfoque muy prudente. Está menos presionada por los accionistas para que ofrezca retornos a corto plazo. En el mercado de bonos, esta es una ventaja clara , explicó Pierre Bergeron, analista de títulos de deuda de Société Générale.
Sin embargo, algunos han sugerido que el desempeño ha tenido menos que ver con los valores familiares que con la reciente influencia de los externos a la firma, que es cada vez más fuerte. “Actualmente Michelin está manejada por expertos en finanzas, más que por ingenieros. Han limpiado a fondo las cuentas, y mejoraron la situación de la deuda y el flujo de caja , dijo Bergeron.
Rollier, que es un ex director de Finanzas, no es sentimental con respecto a la cultura del grupo. Según admite, es posible que en el pasado Michelin se haya perjudicado porque se le prestaba demasiada atención a los valores familiares, mientras no se tenía suficientemente en cuenta la rentabilidad. “La compañía tiene que evolucionar, y la cultura tiene que evolucionar. No puede ser un obstáculo para la gestión moderna , agregó Rollier.
Las dificultades que plantea esta evolución se han hecho evidentes en las huelgas que hubo en las fábricas debido a que el grupo ha intentado consolidar sus plantas de producción europeas, que tienen costos altos. Algunos analistas responsabilizan a la influencia de la familia por su exagerada presencia en Francia, su mercado local. Otros, en cambio, sugieren que la cultura familiar ha alentado nuevos enfoques.
Considerando que el grupo tiene una fuerza laboral en la que hay mucha gente de edad madura, las jubilaciones en masa pronto lograrán pacíficamente lo que los recortes forzados de puestos de trabajo habrían alcanzado con mucha más turbulencia. Se estima que para 2012 unas 30.000 personas dejarán de pertenecer al personal del grupo, que tiene 117.500 empleados. “Tienen una pirámide de edad muy alta , señaló Toulemonde, del Deutsche.










