El Parlamento Europeo ha sido siempre un híbrido extraño en el cual la política es una mezcla de feroces diferencias ideológicas condimentadas por arraigados intereses nacionales. Es vasto, multilingüe y confuso. No es extraño que lo llamen “la suegra de los parlamentos , porque es la asamblea de la que todos aman burlarse. Aunque sea relevante, y lo es, la mayoría de la gente no puede entender cómo funciona.
Hay una clara división entre los grandes bloques de izquierda y derecha, con una gran cantidad de grupos de intereses más estrechos, desde los Verdes, los socialistas y los comunistas en la izquierda, y los nacionalistas y los euroescépticos en la derecha. La centroderecha es el grupo dominante, seguido por la centroizquierda. Pero no hay partido que tenga el poder. Sin una mayoría clara, las decisiones tienden tomarse por consenso, lo que significa semanas de largas negociaciones que borran los límites entre los principales partidos políticos.
Esto explica en gran medida por qué es tan difícil motivar a los votantes para las próximas elecciones parlamentarias del 7 de este mes. Menos de 40% de los habilitados para participar dicen que es probable que ejerzan su derecho a elegir los nuevos miembros del PE.
En los 27 Estados miembro de la Unión Europea, se considera que la elección es más un ejercicio de alcance nacional, para juzgar a los partidos que están en el poder, que una decisión para optar por un partido en particular en Bruselas.
En última instancia, el resultado no será un triunfo abrumador para nadie. Pero dada la crisis económica y los temores por el desempleo, este año podría ser una excepción. Pocas veces la izquierda tuvo una mejor oportunidad, ya que la responsabilidad por la crisis se adjudica a los sistemas financieros excesivamente desregulados, resultado directo del dominio de los partidos de centroderecha en el continente.
Sin embargo, parece que la izquierda europea, representada por el Partido de los Socialistas Europeos, quedará segunda detrás del Partido Popular Europeo, de centro derecha, porque no logró transmitir su mensaje a los votantes.