Entre las grandes ganadoras con el alza de los precios de los productos agrícolas se encuentra una empresa que es símbolo del poder del campo en la Argentina: Bunge y Born. Si bien en los últimos años la firma ha dejado de tener la exposición de antaño y ha cambiado su denominación por Bunge Ltd. (BG), su nombre aún permanece grabado en la memora de todos aquellos que eran adultos en los años ’70, ’80 y ’90.
Esta compañía, funda en 1884 por el inmigrante holandés Ernest Bunge, se fue convirtiendo lentamente en una de las principales exportadoras de granos y en la más importante productora de alimentos del país.
De esta forma, fue la encargada de lanzar al mercado marcas famosas como la sémola Vitina (1955), la harina leudante Blancaflor (1956), los bizcococuelos Exquisita (1959), la margarina Delicia (1963) y la mayonesa Ri-K y Gourmet (1968), la yerba Nobleza Gaucha.
No conforme con esto, en las décadas siguientes se dedicó a ampliar su participación en el sector alimenticio mediante la adquisición de algunas de las más importantes firmas del país como Matarazzo (1978), Fanacoa (1985), Figorífico Tres Cruces (1990), Pindapoy (1995) y Granja del Sol (1997).
Todas estas marcas quedaron debajo del paraguas de la que sería una de las principales firmas del grupo, que había sido fundada en 1902, justamente para incursionar en este negocio: Molinos Río de la Plata. Sin embargo, los planes de restructuración que vivió Bunge y Born durante los finales de la década del ’90, llevaron a que su directorio deciciera desprenderse de esta compañía.
Así, en 1998, le vendió Molinos Río de la Plata con todo su portafolio de marcas al grupo Perez Companc en cerca de u$s 3.000 millones. De esta forma, decidió volver a sus orígenes y focalizarse por completo en la exportación de granos.
Para comprender el poder real que tuvo Bunge y Born en la Argentina hay que analizar algunos datos que hoy podrían parecer increíbles. Por un lado, esta firma que llegó a contar con 44 empresas dentro su estructura, tuvo una marcada influencia en el rumbo de la economía del país desde la década del ’70 hasta los ’90.
Para quien aún tenga dudas, sólo hay que recordar lo que le ocurrió al por entonces titular del Palacio de Hacienda, Antonio Cafiero en 1975 cuando se tuvo que sentar a negociar un acuerdo del FMI. El organismo le exigió que viajara un enviado de Bunge y Born, para conocer su conformidad antes de firmar.
Sin embargo, la mayor prueba de su poder se produjo en 1989 cuando el presidente Carlos Saúl Menem designó a Miguel Roig, uno de los principales directivos de la firma, como su ministro de Economía. Sin embargo, el flamante funcionario falleció al poco tiempo de asumir por lo que el primer mandatario lo remplazó por otro de los miembros del grupo: Néstor Rapanelli.
De cualquier forma, hacía ya varios años que la sede de la compañía había sido trasladada a Brasil. La mudanza se había producido en 1974 luego de que los hermanos Juan y Jorge Born fueran secuestrados por Montoneros y que la empresa pagara 60 millones de dólares por su rescate.
A partir de ese hecho, la firma fue abandonando lentamente su cabecera argentina para mudarla a las oficinas en San Pablo. Así, el poderío de la sede nacional fue mermando hasta quedar relegada a un lugar secundario. Esto se acentuó, más aún, luego de la venta de Molinos Río de la Plata.
Para 1994, la firma decidió cambiar su nombre para expanderse en el mercado internacional. Así, el tradicional Bunge y Born le dejó su lugar a Bunge Ltd. con sede en las islas Bermudas y oficinas en White Plan, Nueva York.
De esta forma, la dirección de la nueva compañía quedó en los Estados Unidos aunque su management sigue siendo brasileño y los accionistas más importantes aún son argentinos: las familias Born y Hirsch.
Sin embargo, estos no fueron los únicos cambios que tuvo la firma desde su éxodo a San Pablo. El reordanamiento de sus operaciones locales llevaron a que Bunge Ltd. creara una nueva empresa en Buenos Aires en 1999: Bunge Argentina S.A. Esta compañía absorbió todos los activos que tenía Bunge y Born en el país, a los que se le sumó la compra de Guipeba S.A. y La Plata Cereal Co. Así, se convirtió en la mayor exportadora de granos, especialmente en la soja.
Con esto, también desaparecía el nombre de una de las compañías símbolo del poder económico del campo la Argentina. Actualmente, en el exterior pocos recuerdan la antigua denominación que tenía la firma. Pero, la propia empresa parecería ser la que encargada de querer borrar este pasado ya que en su sitio de Internet la Argentina aparece nombrada tan sólo dos veces (la llegada de el primer Bunge al país y la compra de La Plata Cereal) en todo el repaso que hace de la historia de la firma, mientras que Brasil figura en siete oportuinidades y los Estados Unidos en seis.
Más allá de esto, el último gran salto que dio Bunge Ltd. fue su paso de empresa cerrada a pública, cuando comenzó a cotizar en la NYSE, el 10 de agosto de 2001. Por ese entonces, pocos podrían haber predicho lo que terminó ocurriendo con el valor de sus papeles.
Así, quienes la compraron a 16 dólares el día de su lanzamiento y se la quedaron durante estos casi siete años que lleva en los mercados, obtuvieron una ganancia del 665%, mientras que el índice S&P 500 creció tan sólo el 19,43% en el mismo período.
Esto se dio gracias al buen manejo que tuvo la dirección de la firma en los últimos años y al incremento de los precios de los commodities. En la actualidad, Bunge Ltd. comercializa cera de 30 millones de toneladas de soja, maís, trigo y otros granos por año. A su vez, cuenta con el 20% del mercado de oleaginosas y aceites del mundo y es el mayor exportador de soja de Argentina y Brasil. A esto hay que sumarle que es el procesador de soja más grande del hemisferio occidental con sede en ambos países sudamericanos.
De esta forma, la empresa cuenta con cerca de 22 mil empleados en las 450 plantas que tiene en las 32 naciones en los que está instalada. Su capacidad de generar negocios y el alza de los precios de los granos le permitieron que sus ganancias crecieran veinte veces a 289 millones de dólares en el primer trimestre finalizado el 31 de marzo de este año, frente los 14 millones conseguidos en el mismo período de 2007.
Así, logró superar las expectativas que tenía el propio mercado que esperaba que obtuviera beneficios por 1,14 dólares por acción, y la firma alcanzó los 2,10 dólares por cada papel. Estos buenos resultados también se vieron reflejados en el precio que alcanzaron sus acciones en la NYSE. De esta forma, obtuvieron una ganancia del 53,46% en los últimos 12 meses.
La mayor inversión reciente de Bunge en la Argentina fue la inauguración de un complejo portuario en Ramallo, en plena zona sojera.