La inversión extranjera directa (IED) vuelve al primer plano del proceso de globalización, y comienza a superar los récords históricos de la década del ‘90.

En el 2006, el producto bruto mundial crecerá 5.2%, medido en términos de capacidad de compra doméstica (‘Power Purchase Parity’-PPP). Será el quinto año consecutivo de crecimiento, tras la breve y leve recesión mundial del 2001, provocada por la contracción norteamericana de ese año.

La previsión de The Economist Intelligence Unit y la Universidad de Columbia es que, en el período 2007-2010, la economía mundial tendrá un promedio de crecimiento de 4.8% anual. De esta forma, el PBI per capita mundial de la primera década del siglo crecerá 3.2% anual promedio, el nivel más alto, en el período más extenso, de la historia del capitalismo desde la Revolución Industrial, por encima, incluso, de etapas excepcionales, como la última década del siglo 19/primera década del siglo 20, y los ‘27 años dorados’ posteriores a la Segunda Guerra Mundial (1950-1973).

En el período que se inicia, la IED, como porcentaje del PBI mundial, será solo levemente superior a la de la década del 90 (2.3%/2.2%); pero, en valores absolutos, su monto será muy superior debido al crecimiento excepcional de la economía mundial.

La novedad estratégica es su redireccionamiento: prácticamente la totalidad del incremento de la IED en el 2006/2010 se dirigirá al mundo desarrollado, en donde crecerá 66%, frente a un aumento de sólo 48% para el emergente; y Estados Unidos recibirá más del 60% del incremento de la IED que se orienta al mundo desarrollado, y que provendrá, sobre todo, de la Europa de los 15.

Según The Economist/Columbia, la razón fundamental del atractivo norteamericano para la IED es su boom de productividad. Estados Unidos recibió 122.000 millones de dólares anuales promedio de IED en el 2004 y 2005, el mayor nivel de atracción del mundo. Es el doble que China.

El auge de la IED acelera la transnacionalización productiva, núcleo de la globalización del capitalismo. El resultado es que las ventas globales de las filiales de empresas transnacionales (ETNs) superaron los 19 trillones de dólares en el 2005, mientras que el total de las exportaciones mundiales fue significativamente inferior: 11 trillones.

El otro gran protagonista en el plano decisivo de la IED es China; en el 2005 atrajo 79.000 millones de dólares, 20% del total de la IED que se dirigió al mundo emergente. Este récord fue el resultado, entre otros sectores, de que más de 12.000 millones de dólares fueron invertidos en el sector financiero; y se estima que, al terminar el año, China superará los 80.000 millones de IED; y éste sería el piso en los próximos 5 a 10 años.

No sólo hay un aumento cuantitativo en la IED en China; también un redireccionamiento de las inversiones extranjeras, en el sentido de que aumentan en el sector servicios, sin que esto implique que disminuyan en la industria; y esto como consecuencia de lo pactado por China con la OMC en el 2000.

Así, a partir del 2007, terminado el período de transición establecido con la OMC, desaparecen todas las restricciones para que las empresas financieras extranjeras realicen sus actividades en China; y lo mismo ocurrirá con el sector de comercialización (Retail). Al quedar sin efecto el límite de 25% de las acciones de los bancos chinos que pueden ser comprados por empresas financieras extranjeras, el Citigroup, por ejemplo, intentará adquirir el año que viene el 85% de los activos del China’s Guandong Development Bank.

La IED de las empresas transnacionales es el núcleo productivo de la economía global; más de 2/3 del comercio internacional es intrafirma o el que éstas tienen con sus afiliadas o asociadas en el mundo entero. En términos estructurales/productivos, la globalización es hoy comercio internacional+IED. Más aún, si se comienza el examen de la globalización a partir de la IED se llega al comercio internacional, y lo mismo sucede si el camino es el inverso.

Este proceso de aceleración de la transnacionalización productiva arrastrado por la IED, tiene su correlato institucional en la proliferación de acuerdos bilaterales de garantía de inversiones; a finales de la década del 80 eran menos de 400, y este año superarán los 2.700.

Antonio Negri y Michael Hardt sostienen en ‘Imperio’ que estos acuerdos constituyen, junto con las instituciones internacionales (Naciones Unidas, Banco Mundial, OMC, Fondo Monetario, etc), y el peso de los grandes poderes mundiales, en primer lugar Estados Unidos, la trama de la gobernabilidad global, esto es, un sistema de poder mundial desterritorializado.

El poder en el mundo tiene así una naturaleza semejante a la de la estructura económica/financiera global.

Todo en el capitalismo es siempre un doble sistema: modelo de acumulación y mecanismo de hegemonía. Nunca existió ni existe un capitalismo que sea simplemente un modelo de acumulación; en él, la distinción entre lo político y lo económico es puramente analítica, una obra de pizarrón, no histórica ni orgánica.