Cuando se menciona la importancia del superávit fiscal primario (SFP) muchas veces se lo identifica con el hecho de que los ingresos del Gobierno resultan mayores que sus gastos. Resulta importante aclarar que no se hace referencia a cualquier ingreso o gasto, sino sólo a aquellos flujos que excluyen los de carácter estrictamente financiero, como el endeudamiento y sus servicios.
Entre los posibles usos se encuentran el pago de vencimientos de deuda, el rescate anticipado de obligaciones o la creación de un fondo de reserva, por ejemplo un fondo anticíclico. Pero de un modo general, dado que tanto los ingresos fiscales como el gasto público definen el nivel del SFP, se estila incluir también como usos alternativos de los excedentes a un mayor gasto público o a una baja de impuestos, bajo el supuesto que esto último tenga un costo fiscal neto.
Ha transcurrido el primer semestre del 2006 y el Gobierno sigue mostrando como activo el hecho de tener un importante superávit primario. Es un buen momento para reiterar su importancia y analizar su evolución reciente. Dados los malos antecedentes que posee la Argentina en materia fiscal, preservar una señal como la actual en esta materia es fundamental. Por el lado de los ingresos se cuenta con datos oficiales de recaudación para el primer semestre. Esto permite estimar que la variación interanual de los ingresos totales fue de un 21,2% para el periodo. Los ingresos corrientes, en su mayor medida explicados por la recaudación tributaria, totalizaron unos 74.100 millones de pesos, de lo que resulta un incremento interanual del 21,3%, aproximadamente. Es interesante señalar el desempeño superior de las Contribuciones a la Seguridad Social (37,1% en el semestre y en cada trimestre) con respecto a los ingresos tributarios (19% en el primer semestre, 25,2% en el primer trimestre y 14,4% en el segundo). Esto es explicado por el bajo crecimiento de Retenciones (3,1%), Ganancias (15%) y Combustibles (11,2%). Con respecto al gasto público, se cuenta con información oficial para los primeros cinco meses del año. El gasto primario total muestra un crecimiento interanual del 24,6% (28,2% en el primer trimestre y 19,7% en abril-mayo). Ante la observación de que está disminuyendo su ritmo de crecimiento es interesante ver sus componentes. Las remuneraciones representan el 10,2% del gasto primario y crecieron en los primeros cinco meses un 25,2% (27,8 y 21,1%). Un rol importante lo cumplen las Transferencias Corrientes, ya que equivalen al 51,7% del gasto primario. Estas crecieron un 21,8% interanual (26,45% y 16,1%). Estos comportamientos contrastan claramente con lo que se observa en el Gasto de Capital. Esta cuenta creció en los primeros cincos meses un 80,5%. (72,3% en el primer trimestre y 92,6% en abril-mayo) y aumentó su participación en el gasto primario al 12,7% (8,7% en el 2005). Se aprecia que las Transferencias Corrientes, dada su importancia, jugaron un rol clave en el control de la expansión del gasto agregado.
Lo comentado previamente permite explicar el valor de
$ 10.350 millones que acumula el superávit primario en los primeros cinco meses del año. Este importe representa un incremento del 5,4% con respecto a igual periodo del 2005 (15,1% en el primer trimestre y -2,0% en abril-mayo). Si bien se dio este comportamiento nominal, el indicador que debe seguirse es el del superávit fiscal primario en términos del PBI de la economía. Con una economía creciendo en términos nominales casi un 24% respecto al 2005, el resultado es una caída del SFP en términos de PBI.
En el primer semestre del 2005 el superávit primario representó un 4,5% del PIB nominal. Para que este ratio se mantenga en igual semestre de este año, es necesario que el gasto primario total de junio crezca un 3,96%. De lo contrario, si el gasto de junio crece como el promedio de abril-mayo (19,7%), se dará una caída del ratio al valor de 4,08% para el primer semestre (ver gráfico).
En síntesis, si bien hay margen para aumentar el gasto, la tasa a la que se lo haga no debería exceder a la de los ingresos, ya que si ese fuera el caso, el superávit seguiría cayendo. Debe quedar en claro que el superávit fiscal no es un fin en sí mismo, sino que permite trasladar recursos públicos de los buenos a los malos tiempos. La clave pasa por el uso que se haga del superávit. Desarrollar el mercado de capitales, formalizar el fondo anticíclico y emplear el ahorro en usos que promuevan inversiones productivas rentables desde lo social, es una buena opción.
El mensaje que debe quedar es que la preservación del superávit contribuye a garantizar un crecimiento sostenido, siempre y cuando esté sustentado en un esquema de gastos y de recaudación que ataquen al menor costo posible las fallas de mercado existentes.