El eterno dilema de los inversores, las apuestas al dólar o a la tasa, vuelve al centro de la escena tras el alto dato inflación de marzo, del 7,7%. Por lo pronto, el Banco Central no sería proclive a volver a incrementar los rendimientos en pesos (de las Lelic o los pases) a la espera del dato de abril, que sólo por motivos estacionales, podría ser inferior al del mes pasado. "Pensamos que la acumulación de reservas vía el Dólar Soja, la desaceleración estacional de la inflación en abril y la munición que tiene el Gobierno para vender bonos en dólares contra pesos en pos de calmar transitoriamente la presión en los dólares financieros, otorgan margen para las estrategias de carry trade en el corto plazo", consigna la consultora Anker Latinoamérica que conducen Luis Caputo y Santiago Bausili. "El riesgo evidente es que, tarde o temprano, la trampa nominal de una economía donde la inflación corre al 6,5-7% mensual... activará la dolarización de portafolios de cara a las elecciones de agosto", advirtieron. La semana pasada, el dólar blue se mantuvo en torno a los $ 400 aunque el contado con liquidación clausuró a 407 pesos. Con tasas de interés en pesos en torno al 6,5% / 7% mensual, el dólar financiero en 30 días debería estar por debajo de los $ 428 para igualar ese rendimiento. ¿Podrá el Gobierno contener la presión alcista a medida que se acercan las elecciones primarias?. De corto plazo, las miradas se centran en los vencimientos de la deuda en pesos. Este miércoles sólo operan pagos por $ 190.000 millones pero el miércoles 26 se suman cerca de $ 900.000 millones. Seguramente, en función de las expectativas de que se mantengan apuestas a los rendimientos en pesos, el Tesoro podrá renovar vencimientos. La incógnita es la tasa que exigirá el mercado, con el antecedente que en la última licitación se debió convalidar el 125% efectivo anual. El último dato de inflación de marzo obliga a recalcular rendimientos. El TX24 que vence en 12 meses rinde hoy el ajuste por inflación más un plus de 11,6 puntos porcentuales. Las miradas en el interín también se centran en la renegociación del acuerdo con el FMI. No sólo por el incumplimiento de las metas fiscales y de acumulación de reservas, sino porque en teoría en el 2023 la Argentina tiene que efectuar pagos netos al organismo internacional por u$s 4000 millones. Las negociaciones del equipo económico en Washington también apuntan a ese capítulo clave para llegar a las elecciones de octubre sin atrasos en los pagos o la palabra "defalut" con el organismo sobrevolando en los mercados. Todo ruido impacta en la dolarización de portafolios. No todo son elecciones. Por ello, las semanas venideras las conversaciones con el staff del FMI serán claves. La sequía servirá de excusa al gobierno argentino y también al propio organismo internacional para renegociar todo el acuerdo. Aún con lluvias, hubiera habido incumplimientos. En paralelo, las miradas también apuntan a la acumulación de reservas diarias del BCRA con la vigencia del dólar soja en su tercer temporada. Existen vencimientos de deuda emitida en dólares tras el canje del 2020 por cerca de u$s 1000 millones en julio. Mientras más dólares acumule el BCRA, menos dudas existirán sobre la capacidad de pago de esos vencimientos de papeles de legislación local y Nueva York. El riesgo país, tras cruzar los 2500 puntos, se ubicó a 2410 el viernes. Al menos desde Wall Street las señales no son de tanta incertidumbre. Las dudas sobre la salud de los bancos en Estados Unidos y en Europa rápidamente quedaron atrás. La incertidumbre sobre la economía doméstica gana espacio. Todo es a corto plazo en materia financiera. De una semana a otro todo puede cambiar.