Los bancos han empezado a pisar el freno en el acelerador de los créditos, ya que observan que, a estas tasas, quien los tome probablemente luego no podrá pagarlos. Según estadísticas del Banco Central, los adelantos en cuenta corriente del sector privado cayeron $ 0,7 billones en los últimos 30 días, al disminuir de $ 9,1 billones el 13 de julio a $ 8,4 billones el 13 de agosto, último dato publicado por el regulador. En tanto, la tasa en ese período más que se duplicó, al pasar del 40% nominal anual al 93%, en un contexto en que las entidades están pagando hasta 55% a los ahorristas por los plazos fijos y hasta 60% a las empresas. Esto se da porque se ha observado una fuerte volatilidad en las tasas, producto de un esquema sin corredor de referencia, en un contexto donde no queda claro qué variable prioriza actualmente el BCRA, según advierten desde Lambda Consultores. "A esto se suma una estrategia explícitamente contractiva en la conducción de la política monetaria, más allá del régimen operativo adoptado. El Gobierno ha optado por convivir con la volatilidad de tasas". "Cuando los rendimientos suben, el equipo económico no parece mostrar preocupación, aunque el BCRA reabrió una ventanilla de liquidez, lo que sugiere que se acepta cierta intervención en momentos críticos, pero cuando las tasas tienden a bajar, las autoridades reaccionan con rapidez para evitarlo". Esto quedó demostrado el miércoles pasado por la noche, cuando, tras conocerse un bajo nivel de renovación de deuda que presionaba a la baja sobre las tasas, se anunció una nueva suba de encajes horas después. Dicho comportamiento reafirma que el equipo económico se reserva plena discrecionalidad para definir cuándo y cómo endurecer la política monetaria.