La Casa Blanca amplió la nómina de candidatos para suceder a Jerome Powell al frente de la Reserva Federal (Fed) cuando el cargo quede vacante, una decisión que podría marcar el rumbo de la política monetaria estadounidense y, con ella, el apetito global por riesgo. Entre los nombres que analiza el Tesoro, bajo la coordinación de Scott Bessent, figuran Michelle Bowman, Philip Jefferson, Lorie Logan, Kevin Warsh, Christopher Waller, James Bullard, Kevin Hassett y Marc Sumerlin. Las posturas internas reflejan diferencias clave: Bowman y Waller respaldan recortes de tasas, Jefferson mantiene una línea más continuista con Powell, y Logan se muestra más dura frente a la inflación. El proceso se desarrolla en un contexto de fuerte presión política en el mandato de Donald Trump, que este año endureció de manera persistente sus críticas a la Fed por mantener las tasas "demasiado altas". A la tensión se suma el nombramiento de E.J. Antoni al frente del Bureau of Labor Statistics, lo que reaviva el debate sobre la independencia de la autoridad monetaria. Para los analistas, cuestionar esa independencia -en EE. UU. o en cualquier otro país- debilita la credibilidad y puede derivar en problemas macroeconómicos graves, como inflación elevada y déficit fiscal. Argentina conoce bien ese riesgo: "La historia local muestra que una política monetaria subordinada al poder ejecutivo termina por erosionar la estabilidad de precios. Estados Unidos también atravesó un episodio similar bajo la presidencia de Harry Truman tras la Segunda Guerra Mundial", dijo al Cronista Pedro Moreyra, director de Guardian Capital. En el corto plazo, el solo cambio de expectativas en la Fed puede tener repercusiones relevantes para el mercado global. Un giro hacia un sesgo más laxo impulsaría las acciones estadounidenses -especialmente tecnológicas y small caps- y favorecería el flujo de capitales hacia mercados emergentes. "Para Argentina, esto podría traducirse en un mayor atractivo relativo de sus bonos frente a los títulos del Tesoro de EE. UU., hoy libres de riesgo, pero con rendimientos que perderían competitividad en un escenario de tasas más bajas", acotó Moreyra. Milo Farro, analista en Rava Bursátil, agregó en declaraciones a este medio que, en plena puja entre Trump y la Fed por la dinámica de las tasas de interés, los inversores comenzaron a poner atención en los posibles nombres para suceder a Jerome Powell a partir de mayo de 2026, que es cuando termina su mandato. Según comenta el analista, por pedido del propio Trump, Bessent lidera el "proceso de selección" y lleva adelante reuniones con los cuatro candidatos principales: "Kevin Hassett (asesor económico del Presidente), Cristopher Waller (actual gobernador de la Fed), Kevin Warsh (exgobernador de la Fed) y Michelle Bowman (actual vicepresidenta). Sin embargo, al tener en cuenta la personalidad de Trump, no hay que descartar una designación sorpresa", recordó Farro. Si la balanza se inclina a favor de un funcionario con una postura más laxa sobre la política monetaria (Waller en particular) los inversores pueden esperar un dólar más debilitado por más tiempo y un impacto positivo en la renta fija de mercados emergentes. "Esto favorecería las expectativas del Ministerio de Economía de alcanzar un costo de endeudamiento de 8,75%, equivalente a un riesgo país de 550 puntos y una tasa de referencia de EE.UU de 3,25% (1,25 puntos porcentuales por debajo del nivel actual). Según el equipo económico, en ese nivel se podría dar el ansiado regreso a los mercados internacionales de deuda", advirtió Farro. Cabe recordar que, el futuro de la Fed no solo define la política monetaria estadounidense, sino que también condiciona la estabilidad y las oportunidades de inversión en mercados emergentes como el de Argentina. Un giro hacia tasas más bajas, impulsado por un sucesor de Powell alineado con la visión de Trump, podría darle un respiro al país, al abrir la puerta a un regreso al mercado internacional de deuda en condiciones más favorables. Pero, ojo: la historia enseña que perder la independencia monetaria puede encender la mecha de la inflación y la inestabilidad. El nombre que elija la Casa Blanca será mucho más que un cambio en la Fed, constituye un factor clave para la salud financiera global, y sobre todo, para la economía argentina.