La emisión de fideicomisos financieros (FF) cae en lo que va del año no sólo por la menor inversión en infraestructura, sino también por las menores colocaciones de los bancos, quienes cuentan con liquidez excedente, originan menor cantidad de préstamos o prefieren vender su cartera a través de la Línea de Crédito a la Inversión Productiva (LCIP), a tasa subsidiada.


Según un informe de la calificadora Moodys, de enero a septiembre se emitieron 120 FF por $ 14.000 millones en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires sin contar los de infraestructura, frente a los 144 por $ 15.784 millones.
De esos totales, los bancos emitían el 29,8% el año pasado (28 títulos), frente al 16% que colocan este año (sólo 13).


"Es un tema de liquidez", dijo Martín Fernández-Romero, vicepresidente de Moodys. "El costo de fondeo con un fideicomiso es relativamente alto y las entidades se fondean a tasa más baja con cajas de ahorro o plazo fijos a 30 días", agregó.


En general, los emisores de FF las realizan los bancos más chicos a través de las financieras de esas entidades, que estructuraban préstamos personales con código de descuento a empleados provinciales, jubilados, etc..
"Estos bancos pueden vender la cartera a otros bancos grandes a la tasa de la LCIP, lo que es más conveniente y más fácil", explicó un colocador.


Debido a que los bancos no pueden completar el cupo de la LCIP prestándole a pymes y por los topes de tasas para préstamos al consumo que impuso el Banco Central, que traba los otorgamientos de las financieras, se incorporó entre los destinos la compra de cartera de empresas no financieras emisoras de tarjetas de crédito.
Por esta vía, los bancos pueden vender la cartera a una tasa del 21% (lo que implica un spread sobre el 18% que obliga la LCIP) frente al costo de un FF del 26 a 27% más los costos de estructuración del 1 al 2%.


En tanto, otros bancos grandes también compraban cartera a mutuales y cooperativas a una tasa de descuento del 35% para venderlas mediante FF, pero tras los topes de tasas que se impusieron a mediados del año pasado, atados a las Lebac, las entidades no pueden comprar créditos que otorgan al 70%, es decir, a tasas superiores a las reguladas.


También se trató de un año en que el crédito comenzó a crecer más fuertemente después de las paritarias. "Los bancos no están teniendo mucha demanda de crédito puro. La demanda de crédito estaba estancada y después de las paritarias se rehabilitó un poco la rueda de consumo y endeudamiento", dijo otro colocador.


En esta línea juega también la colocación quincenal de deuda del gobierno, que quita liquidez para prestar a los privados. La emisión total de FF de enero a septiembre cayó de u$s 2.100 millones en 2014 a u$s 1.549 millones en 2015, según el IAMC y hay que remontarse a 2007 para ver un volumen de emisiones menor.


De la mano del tipo de crédito que más crece, el financiamiento al consumo sigue siendo la principal causa de originación de los FF, también originado por las cadenas de electrodomésticos: el 58% del total de lo emitido en la Bolsa porteña excluyendo los de infraestructura se explica por préstamos al consumo y el 28%, por cupones de tarjetas de crédito privadas, según Moodys.


La morosidad no es un problema este año porque el desempleo se mantuvo estable y hubo una recuperación de los salarios reales. Pero para 2016, los salarios reales podrán verse desafiados porque el crecimiento de la emisión monetaria de este año puede elevar la inflación el año que viene y por una reducción de los subsidios a los servicios públicos.


Según el ritmo de los ajustes económicos que realizará el próximo gobierno, Moodys estimó que la continuidad de las políticas actuales repercutirá negativamente en los préstamos al consumo sin garantía, debido al menor nivel de crecimiento de la economía y mayor desempleo. Un cambio abrupto dañaría también esos préstamos por la caída del poder de compra. Pero un cambio gradual sólo encendería luces amarillas en los préstamos con y sin garantía por la caída de los salarios reales.