El escenario desde donde Mariano Rajoy, el primer ministro de España y líder del Partido Popular (PP), saludó a sus leales el domingo a la noche estaba cubierto por un enorme lienzo que decía una simple palabra: Gracias.
El mensaje se repitió en el discurso del primer ministro, donde agradeció a los votantes españoles por permitir que su PP vuelva a ser la mayor fuerza en el Parlamento.
Sin embargo, en verdad ni Rajoy ni ninguno de sus principales rivales tenían muchos motivos para agradecer al electorado del país. Los votantes españoles les crearon un problema casi imposible de resolver: cómo construir un gobierno que funcione a partir de un Parlamento más fragmentado que nunca, y que no ofrece ningún camino claro hacia el armado de una mayoría estable.
A medida que los líderes del partido se embarcan en lo que probablemente sea una larga y difícil ronda de negociaciones, la pregunta es cuáles son las opciones para recomponer el destruido sistema político de España.
1. Gobierno en minoría encabezado por el PP y Rajoy
De todas las opciones inverosímiles, ésta bien puede ser la menos improbable. El PP es el partido más grande del Parlamento, lo que le da ventaja al momento de elegir el próximo primer ministro. Según la constitución de España, para que la cabeza de gobierno asuma el poder en la primera ronda de votación se necesita una mayoría absoluta; pero después puede ser elegido por simple mayoría. El partido de centro Ciudadanos ya dio señales de que se abstendrá. Los socialistas (el Partido Socialista Obrero Español, PSOE) sostienen que votarán "No". Sin embargo, si se los puede convencer en algún momento de los próximos meses para que también se abstengan, eso podría despejar el camino para que Rajoy se mantenga en el cargo.
¿Qué podría realmente lograr un gobierno PP de minoría? Lo más probable es que muy poco. En cuanto a cuestiones de política económica, del mercado laboral o del régimen fiscal, Rajoy se toparía con una implacable oposición por parte de los socialistas, del partido anti austeridad Podemos y de los otros partidos de izquierda y regionales. Un posible resultado de las negociaciones que se mencionaba el lunes consistía en que el PSOE y Ciudadanos aceptaran un gobierno de PP (con un mandato para gobernar muy limitado) a cambio del compromiso de Rajoy de embarcarse en una reforma de la constitución española. Cualquier gobierno semejante casi seguramente no duraría ni un período completo de cuatro años.
Chances de que suceda: 3/5
2. Un gobierno de centroizquierda liderado por los socialistas
Los socialistas de España obtuvieron una mala elección el domingo, peor aún que el histórico mínimo de hace cuatro años. Sin embargo, el líder del partido Pedro Sánchez quizás esté en condiciones de trazar un camino hacia el poder. Uno sería convencer a Podemos y a todas las otras fuerzas de izquierda, incluyendo el partido independentista Esquerra Republicana de Cataluña, para que apoyen un gobierno conducido por él mismo.
En términos numéricos, tal alianza sumaría 170 bancas, cerca de una mayoría absoluta. En términos políticos, sería casi imposible de manejar, en parte por los profundos desacuerdos sobre la independencia catalana y en parte por los intereses estratégicos. Podemos quiere convertirse en el partido dominante de la izquierda española (y catalana). Por lo tanto, tiene poco incentivo para que a Sánchez le den los números.
Una segunda opción sería armar una alianza de tres partidos con Podemos y Ciudadanos. Los tres partidos comparten algunos intereses, especialmente la reforma constitucional. Pero las diferencias ideológicas en otros temas son extremadamente difíciles de zanjar.
Chances de que suceda: 2/5
3. Una gran coalición entre el PP y el PSOE
Para muchos observadores de Bruselas y Berlín, ésta será la solución obvia. La combinación de PP y socialistas ofrecería la mejor garantía de estabilidad política. Los grupos son partidos naturales de España, y comparten el compromiso frente a la integración europea y la unidad de España. Sin embargo, para la gran mayoría de los españoles esa alianza es simplemente impensable. Al PP y a los socialistas los separa no sólo la ideología, sino también la historia: el legado que dejaron la sangrienta guerra civil de España y la dictadura de Franco hace que la diferencia entre la izquierda y la derecha sea mucho más profunda que en otras democracias de Europa occidental. Además, los líderes socialistas saben que si se unieran al PP instantáneamente Podemos se convertiría en el nuevo líder de la izquierda española, y llevaría aún a más votantes del PSOE a abrazar al presuntuoso partido encabezado por Pablo Iglesias.
Tal como están de golpeados, los socialistas de España no se van a apurar para cometer un suicidio político colectivo.
Chances de que suceda: 1/5
4. Nuevas elecciones
Según la constitución de España, la cuenta regresiva para repetir los comicios empieza en el momento en que el parlamento vota por primera vez para elegir un nuevo primer ministro (probablemente en enero). Si dentro de los dos meses ningún candidato logra obtener siquiera una mayoría simple, el Rey debe disolver la legislatura y llamar a nuevas elecciones. Frente a eso, es ahí donde parece dirigirse los líderes de los partidos españoles: a menos que uno de los grandes partidos acuerde abstenerse (o votar a favor del otro) siempre debería haber una mayoría para vencer a cualquiera de los potenciales candidatos.
Lo que podría convencerlos de cambiar su postura es precisamente el temor a que haya otros comicios. Ciudadanos, por ejemplo, evitaría enfrentar otra contienda electoral: el respaldo que recibió el partido cayó fuertemente en las últimas semanas de la campaña, y quizás tenga motivos para temer a una mayor erosión. Los socialistas también podrían verse tentados a extrapolar a partir de las últimas tendencias y concluir que Podemos está alcanzándolos rápidamente.
Sin embargo, sin ningún partido cerca de obtener una mayoría, y sin ninguna coalición clara a la vista, quizás sea inevitable que haya nuevos elecciones.
Chances de que suceda: 3/5
