
Un excelente acuerdo para Gran Bretaña y para los consumidores británicos, fue la declaración de Ed Davey, secretario de Energía y Cambio Climático, cuando anunció un acuerdo para construir la primera planta británica de energía nuclear en una generación.
El acuerdo con la francesa EDF y sus socios, que llega con un precio garantizado al gobierno de 92,50 libras el megavatio hora de electricidad (casi duplica el nivel mayorista actual) constituye también un momento significativo para la política energética británica.
Los dos reactores, que se construirán en Hinkley Point en Somerset, proveerán cerca de 7% de la electricidad de Gran Bretaña una vez terminadas las obras en 2023.
Serán un gran componente de la reforma del mercado eléctrico que está llevando a cabo el gobierno y que apunta a fomentar la inversión en la generación energética baja en carbono, como esfuerzo para cumplir con las metas de reducción de emanaciones y al mismo tiempo mantener las luces encendidas. Todas excepto una de las estaciones nucleares antiguas de Gran Bretaña cerrarían a fines de 2023, y muchas plantas contaminantes alimentadas a carbón también estarán fuera de servicio para ese entonces.
Sin embargo, dada la duración del contrato (35 años) y la dificultad de predecir los precios de la energía en los próximos 10 a 20 años, la mayoría de los cálculos para determinar si es o no un buen acuerdo para los consumidores son realmente sólo estimaciones. Y pese a que el impacto sobre la factura de luz no se sentirá hasta que los reactores estén en funcionamiento, éste es un momento sensible para el gobierno de la coalición, que tiene un renovado foco puesto en la cuenta de energía ahora que los principales proveedores anunciaron nuevos aumentos de tarifas.
El precio de 92,50 libras, que subirá a la par de la inflación, fue bien recibido por ambos lados como un compromiso positivo. Si EDF sigue adelante con una segunda planta, Sizewell C en Suffolk, el precio caerá a 89,50 megavatios hora.
John Sauven, director ejecutivo de Greenpeace en el Reino Unido, señaló: Hinkley C no pasa todas las pruebas (económica, de consumo y ambiental). Impondrá a una generación de consumidores una factura de luz más cara, a través de un precio que casi duplica el actual, y distorsionará la política energética al sustituir tecnologías más nuevas y limpias que están cayendo drásticamente en precio.
Con compañías como Dong Energy que ahora dice que el precio del viento offshore disminuirá tanto que quedará a la par de la nuclear en los años 2020, no hay razón para permitir que Hinkley C avance, afirmó.
El gobierno recalcó el impacto que tendrá el proyecto en la economía británica. David Cameron, el primer ministro, afirmó que el acuerdo implica una inversión de 16.000 millones de libras y la creación de 25.000 puestos de empleo.











