
Suben las tensiones en Río de Janeiro. La semana pasada recibió un disparo el capitán de la UPP (llamada unidad de policía pacificadora) de la favela de Manguinhos en medio de una ola de ataques contra policías y a menos de 80 días de que arriben miles de turistas para ver el Mundial de Fútbol.
Manguinhos, ubicado a 15 minutos de auto del aeropuerto internacional de Río, parece despoblada mientras la policía militar sostiene sus rifles de asalto con la vista puesta en grupos de hombres sentados frente a ellos del otro lado camino.
Las organizaciones comunitarias sostienen que la reciente escalada de violencia en Río es una de las mayores crisis que enfrenta la ofensiva de Brasil contra los bandas de delincuentes y milicias que durante décadas acosaron a la segunda ciudad más grande del país.
Después de siete ataques a la UPP desde principios del mes pasado y varios policías asesinados, el gobernador del estado de Río, Sérgio Cabral, dijo esta semana que el ejército ayudará a la polícia en el complejo de favelas Maré que bordea el camino hacia el aeropuerto.
Río inició su programa de pacificación con las UPP en 2008, usando su equipo Swat de policías de élite para expulsar de las favelas a los líderes de las bandas, antes de instalar unidades policiales para que cuiden el lugar.
Río tiene 37 UPP que abarcan 257 comunidades y 1,5 millones de personas, un resultado muy aplaudido por los grupos internacionales y brasileños de todos los colores políticos.
Por eso que es natural que las bandas criminales más poderosas, como Comando Vermelho, quieran tratar de recuperar influencia, señaló José Mariano Beltrame, secretario de seguridad pública del estado de Río.
En áreas donde el estado estuvo ausente durante décadas, los delincuentes tomaron el rol de los poderes legislativos, ejecutivos y judicial, explicó Beltrame. La gente que siempre vivió de la delincuencia no dejará de hacerlo tan fácilmente, y nosotros lo sabemos.
El momento en que se produce la violencia tampoco es casualidad, aseguró Carlos Melo, profesor de política de Insper, un instituto de altos estudios de Brasil. Río está en el centro de atención mientras se prepara para ser sede del Mundial y los Juegos Olímpicos de 2016, lo que alienta a las bandas a explotar un momento de visibilidad y la vulnerabilidad del gobierno, se explayó.
Brasil ya recibe críticas por su lamentable infraestructura y demoras en la construcción de los estadios necesarios, lo cual amenaza con convertir el evento en una fuente de burlas en vez de ser el momento que soñó el país cuando fue elegido sede en 2007.
La creciente repugnancia que sienten los residentes de las favelas por el excesivo uso de la fuerza policial también convierte el momento en oportuno para actuar, explicó el profesor Melo.
Los oficiales de la policía militar que patrullan las favelas de Río sostienen que las represalias podrían estar vinculadas con las elecciones presidenciales y de gobernador que se llevarán a cabo en octubre, opinó Sandro Costa, vicecoordinador de seguridad humana en Viva Rio, una organización no gubernamental.
Además del trafico de drogas y toda la industria que lo rodea, hay también una historia de participación política en Río, explicó Costa. Antes se acusaba a los candidatos de hacer tratos con las milicias para ingresar a zonas que de lo contrario tenían prohibidas y tener llegada a los votantes, contó.
Sin embargo, si bien el enfrentamiento entre las bandas de Río y la policía dejó al gobierno preocupado, los ataques contra las UPP probablemente disminuyan durante los días que dure el Mundial, afirmó Costa. Las tasas de asesinato y delincuencia en general caen durante el Carnaval, por lo que esperamos el mismo patrón para la Copa del Mundo.
Sin embargo, para los residentes de Manguinhos y de las otras 1.000 favelas de la ciudad, lo que todos ansían es estabilidad, con o sin UPPs. Si bien la mayoría festeja que la pacificación haya alejado a los capos de la droga y quitado las armas pesadas de las calles, eso no llegó sin problemas. Aumentaron los delitos comunes, como los robos. Los traficantes que se quedaron en las favelas pacificadas también están reclutando más niños. Por el momento, la policía está sólo apagando incendios, afirmó Melo de Insper. La verdadera batalla será atacar la raíz del problema.











