Esta semana se elige un nuevo parlamento europeo.
Es probable que los nacionalistas de derecha amplíen fuertemente su representación, lo que crea temor a que surja una legislatura proteccionista.
Apareció una preocupación similar en Estados Unidos hace cerca de 10 años, cuando fueron electos para el Congreso un número de legisladores conservadores del Tea Party. En este caso, aquellos temores eran mayormente infundados. ¿El populismo proteccionista será también una quimera en Europa?
En los últimos cinco años, para conseguir la aprobación de acuerdos comerciales con Canadá, Singapur y Japón, la Comisión Europea tuvo que convencer al parlamento europeo, que tiene nuevos poderes en cuestiones comerciales desde que se firmó el Tratado de Lisboa de 2009.
La comisión puso el foco en aplacar la oposición proveniente de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D) de centroizquierda, particularmente en cuanto al acuerdo del conflicto entre el estado y los inversores y la protección ambiental. La Alianza de Liberales y Demócratas para Europa (ALDE), de centro, y el partido Popular Europeo, de centroderecha, son defensores más confiables del modelo de acuerdos comerciales bilateral que está desarrollando la UE.
Muchos miembros del europarlamento izquierdistas y del partido Verde no se sienten cómodos con que la política comercial de la UE esté dominada por los intereses corporativos. El parlamento se las arregló para paralizar la comisión forzando restricciones en el uso del aceite de palma, lo que creó un conflicto comercial con Indonesia, Tailandia y Malasia y complicó los intentos de la UE de ampliar las relaciones comerciales con la Asociación de Naciones del Sureste Asiático.
El resultado de las elecciones probablemente signifiquen una menor representación de las agrupaciones políticas mayoritarias a expensas de los extremos.
Las objeciones a los acuerdos comerciales bien pueden provenir de la derecha populista tanto como de la izquierda reacia a la globalización. Pero no queda claro qué posición tomará la primera en cuanto al comercio.
Algunos populistas de derecha, como la francesa Marine Le Pen de Agrupación Nacional (RN) y el movimiento parlamentario Europa de las Naciones y de las Libertades combinaron su retórica anti globalización con su rechazo a acuerdos como CETA (el acuerdo de libre comercio entre la UE y Canadá), ya que los consideran una inadmisible pérdida de soberanía nacional. Otros, como los políticos de Alternativa para Alemania (AfD), están mucho más a favor de los mercados libres.
Matteo Salvini, líder del partido italiano Liga de extrema derecha, quiere un realineamiento de las agrupaciones de extrema derecha en el nuevo parlamento, pero difícilmente eso produzca una unidad en temas como el comercio. La organización de análisis electorales VoteWatch calcula que el apoyo general a los acuerdos comerciales no será muy diferente en el nuevo parlamento, pero esas proyecciones son inciertas.
Hubo una repentina ola de preocupación en junio del año pasado cuando el gobierno populista de Italia, citando su política de oponerse a todos los acuerdos comerciales, amenazó con bloquear el CETA. Sin embargo, uno de sus mayores temores era la promoción convencional de exportaciones y no un rechazo a la globalización y todo lo que implica.
Hay un precedente del otro lado del Atlántico con respecto al temor exagerado al proteccionismo proveniente de la derecha populista. La elección de legisladores del Tea Party, la facción conservadora de los republicanos, en los comicios de mitad de mandato en 2010 creó gran preocupación a que se formara nuevo bloque proteccionista en el congreso estadounidense. En ese caso los legisladores terminaron siendo más a favor del comercio que sus votantes. Tres acuerdos comerciales demorados —con Colombia, Panamá y Corea del Sur— se aprobaron en el congreso norteamericano el año siguiente al abrumador apoyo que recibieron los republicanos.
