
Para la mayoría de la gente, la austeridad implica impuestos más altos, menos servicios públicos y peor estándar de vida. Sin embargo, para los inversores en vino, la presión para que los gobiernos muestren mayor rectitud fiscal da origen a nuevas oportunidades: algunas de las vinotecas más interesantes del mundo abrieron sus puertas en el último año.
En enero, la ciudad francesa de Dijon sacó a la venta 3.500 botellas del preciado borgoña (casi la mitad de su stock) para financiar servicios municipales.
En marzo, el gobierno británico subastó por primera vez no sólo su vasta colección de vinos de calidad, sino que también 54 botellas de los mejores, incluyendo un Château Latour 1961. Recaudó 74.000 libras.
La presidencia de Francia se deshizo de 1.200 botellas de sus más finas cosechas a fines de mayo. Con el remate, que comprendió un 10% de la vinoteca de Palacio del Elíseo, juntó cerca de u$s 1 millón. Por la botella más cara, un Château Petrus de 1990, se pagaron 7.625 euros.
Las tres subastas recaudaron mucho más de lo esperado. Fueron una oportunidad única en este alicaído clima inversor.
Las ofertas también reflejaron el creciente apetito de los inversores por alternativas al tradicional vino de Burdeos, cuyos precios han subido debido a las espectaculares cosechas y el mayor interés proveniente del este de Asia.
Entre 2009 y mediados de 2011, los precios de los vinos de Burdeos subieron cerca del 80%, mientras los compradores de China y resto de Asia competían por quedarse con los mejores viñedos. Desde entonces, los borgoña y las champañas atrajeron una creciente cantidad de inversores del viejo mundo.
Desde que el interés asiático comenzó a decaer desde 2011, la demanda se mantuvo y permitió que esos vinos obtengan mejor desempeño que los de Burdeos, según London International Vintners Exchange (Liv-ex), la bolsa del vino con grado de inversión. Invertir en el mercado del vino ya implica sólo apostar al vino de Burdeos, porque la gente cree que se está encareciendo demasiado, aseguró Justin Gibbs, cofundador de Liv-ex. El foco va cambiando.
Les ha ido bien a los vinos de culto, como el Screaming Eagle de California y los super Toscanos de Italia, ayudados por no sólo su calidad sino también por su pequeña producción, que los vuelve más atractivos para algunos inversores. Hicieron algo de ruido determinados vinos provenientes de El Líbano o Israel.
Pero pasarán décadas antes de que estos recién llegados puedan replicar la consistencia de los vinos franceses de excelencia, aseguró Miles Davis, socio de Win Asset Managers, un fono de inversión. No creo que un inversor profesional se interese por ellos. No se sabrá si el vino es brillante o no hasta dentro de 20 o 30 años. Es un riesgo.
Las malas cosechas de 2011 y 2012, y la probabilidad de que este año también lo sea, podría subir los precios de vino.











