Cuando la administración Trump el viernes pasado anunció una lista de importaciones chinas por u$s 50.000 millones que se verán afectadas por los aranceles, recalcó que excluía "los productos que comúnmente compran los consumidores norteamericanos como teléfonos celulares o televisores".
Pero ahora que Donald Trump intensifica su pelea comercial con Beijing amenazando con otros aranceles por u$s 200.000 millones y busca la posibilidad de gravar automotores chinos, al presidente estadounidense le podría resultar difícil repetir su promesa.
Hasta ahora, con los aranceles ya impuestos al acero y al aluminio y la lista inicial para China, la administración Trump mayormente se concentró en materias primas y componentes. La enumeración apuntaba a cadenas de abastecimiento, y el impacto en los consumidores norteamericanos ha sido indirecto. Sin embargo, los aranceles propuestos para autos y camiones livianos por u$s 191.000 millones que los estadounidenses compraron importados, y la nueva ronda de impuestos a las importaciones por u$s 200.000 millones provenientes de China tendrían un efecto más directo sobre los consumidores norteamericanos.
Cuando se le preguntó el martes cómo planeaba la administración Trump evitar que los consumidores sufran aumentos de precios, el asesor en comercio de la Casa Blanca Peter Navarro respondió: "Lo que estamos tratando de hacer acá es simplemente defendernos de la agresión económica china y provocar un cambio estructural".
Trump convirtió la reducción del déficit comercial anual por u$s 375.000 millones que mantiene EE.UU. con China en su principal objetivo de política comercial. El problema que enfrenta su administración es que gran parte de lo que importa Norteamérica desde China son productos que los consumidores estadounidenses quieren y por los que quizás no quieran pagar más.
Más de u$s 100.000 millones de los u$s 505.000 millones en mercaderías que EE.UU. importó desde China el año pasado están comprendidos en dos categorías, teléfonos móviles y computadoras. Los 15 productos más importados desde China por valor representaron u$s 350.000 millones, o 70% del total y 10 de esos fueron bienes de consumo masivo incluyendo juguetes, artículos deportivos, electrodomésticos y televisores.
El esfuerzo que hasta ahora hizo la administración Trump para no perjudicar a los consumidores norteamericanos de manera directa es evidente en los cambios que se observaron en la lista de aranceles por u$s 50.000 millones revelada el viernes pasado, comparada con la primera dada a conocer en abril. El 12% de los productos de la lista original, según los analistas de Peterson Institute for International Economics, podían clasificarse como artículos de consumo masivo.
Eso cayó a 1% en la enumeración final del 15 de junio gracias en parte al lobby que hicieron las empresas como la cadena de tiendas Best Buy, que hizo un gran trabajo para que se eliminen de la lista los televisores de pantalla plana.
Mary Lovely, una experta en comercio de la Universidad de Syracuse que ahora trabaja en Peterson Institute, dijo que todos los aranceles finalmente perjudican a los consumidores porque suben los precios. Pero lo que sí puede cambiar con una nueva lista de productos chinos y aranceles a automotores es la velocidad con la que se trasladarán esos aumentos a los precios.
Trump ya inició una investigación de seguridad nacional vinculada a las importaciones de autos que produciría el arancel de 25% que él dice que quiere. La averiguación podría llevar a que marcas de autos como Mercedes y Toyota que exportan significantivas cantidades de vehículos a EE.UU. tengan que elevear considerablemente los precios a fin de año.
Asimismo, si Trump sigue adelante con los nuevos aranceles sobre importaciones chinas por otros u$s 200.000 millones, éstos podrían sentirse en el tercer trimestre.
"Creo que la distinción entre la primera ronda de aranceles y lo que llegue después es simplemente de tiempos. Cuánto tarda en trasladarse el costo a los consumidores y cuánto antes de las elecciones de mediados de noviembre", dijo Lovely.
Esa elección es un razón por la que a muchos republicanos del Congreso les preocupan los aranceles, y cómo responderán los consumidores. Según indica la experiencia de anteriores medidas proteccionistas, esta economía ahora impulsada por el estímulo de los recortes tributarios probablemente se vea más dañada que beneficiada por los aranceles.
Los defensores de la administración argumentan que la economía norteamericana mayormente impulsada por el consumo se está fortaleciendo y que incluso crecerá 4% en el actual trimestre. Las ventas minoristas y la confianza de los consumidores se mantienen elevadas.
Sin embargo, en algunas zonas que más respaldan a Trump hasta sus seguidores empezaron a ponerse nerviosos.
